Por David Uriarte /

A pocos días de medir muchas cosas, entre ellas, el verdadero poder de Andrés Manuel López Obrador; de conocer las profecías o el destino del Instituto Nacional Electoral; de saber si la reforma eléctrica, conocida como la “Ley Bartlett”, pasa en la cámara de diputados; de saber si el proyecto “Tren Maya” logra conseguir el derecho de vía que está deteniendo o retrasando el tiempo de conclusión de la obra prometida para el próximo año.

El 10 de abril es un parteaguas para la política del actual régimen de gobierno; el Presidente está poniendo a prueba la capacidad operativa de su partido MORENA. El gerente administrativo o presidente del partido en el poder Mario Delgado, se ve desesperado, tanto, que hizo acopio de las reservas de las ligas mayores como el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández y otros funcionarios de primer nivel en el gobierno federal.

El tamaño de la regañada que les espera de parte de su jefe político si no se logra el objetivo, presagia despedidas, remociones estratégicas, enroques, o simplemente el desprecio o retiro de la confianza para ocupar puestos como gubernaturas, incluso la misma presidencia de la república.

No es de gratis que Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal Ávila, Claudia Sheinbaum Pardo, y otros tapados, anden destapados en la promoción de la consulta para la revocación de mandato… Este ejercicio al margen de su legitimidad constitucional o democrática, forma parte del plan o planes del presidente López Obrador.

Los ricos, grandes empresarios y parte de la clase media, los que mantienen al gobierno vía impuestos, se mantienen en vigilia, ansiosos, preocupados por la tasa impositiva, por los candados de la Unidad de Inteligencia Financiera, por la Ley de Extinción de Dominio, y por las condiciones financieras de la banca mexicana cuya regulación deja poco margen a la especulación o acumulación de capital sin ser auditado por el SAT.

Dependiendo de los resultados de la consulta, el presidente soltará abiertamente parte de sus deseos y con ello parte de su control político. Por primera vez de manera abierta acepta que necesita a la oposición para conseguir la Reforma Eléctrica, si esto no sucede, prepárense los líderes morenistas, los depositarios de la confianza del Presidente… porque van a conocer la furia de su jefe, y la oposición podrá recobrar algo de la autoestima extinguida.