Por David Uriarte /
Las nuevas generaciones de estudiantes de bachillerato, licenciatura y parte de la sociedad desconocen que hace medio siglo en la UAS hubo conflictos que terminaron con la muerte de dos estudiantes.
Gobernaba Sinaloa Alfredo Valdez Montoya, era Rector de la UAS Marco César García Salcido, eran los tiempos del café universitario ubicado exactamente donde hoy es un estacionamiento, en la esquina de Vicente Riva Palacio y Ángel Flores, contra esquina del edifico central de la UAS.
Camiones quemados, autos vandalizados, ordeña de gasolina a vehículos para elaborar las bombas molotov, acumulación de piedras en la azotea del edificio central para repeler la agresión de la policía, en fin, eran los tiempos de los enfrentamientos de la UAS-GOBIERNO.
Después vinieron las diferencias con el gobernador Toledo y se formaron los COBAES, estas luchas terminaron fortaleciendo a la UAS y dejando en evidencia a un gobierno represor exhibido en todo el mundo.
Las luchas universitarias intestinas y las luchas universitarias en contra del gobierno eran más frecuente en el siglo pasado, la sociedad en general y los transportistas en particular eran los más afectados, la sociedad porque se quedaba sin transporte urbano y los transportistas porque eran víctimas de la vandalización de sus unidades a tal grado que eventualmente eran totalmente incineradas.
Encarcelados, golpeados, privados de la libertad, desaparecidos y algunos desterrados, eran las cuotas que pagaban los estudiantes por resistirse a la intromisión del gobierno en la universidad, todavía quedan algunos recuerdos de esas luchas en las personas de algunos maestros, casi todos ya no están en la universidad, unos jubilados y otros ya murieron.
Para no repetir la historia hay que conocerla, y si en aquel tiempo murieron estudiantes producto del fuego oficial de un gobierno represor, ¿Por qué repetir la historia?
Llenar las calles de estudiantes y gritar consignas afuera del entonces palacio de gobierno ubicado por la avenida Álvaro Obregón y después en el palacio de gobierno “nuevo”, por avenida Insurgentes, era práctica común en la década de los ochenta, las pintas y la vandalización era el sello de dichas manifestaciones.
La sombra del 72 se asoma jalada por el imán del fenómeno llamado control y poder.
Ojalá prevalezca la inteligencia y no los lamentos.