Por David Uriarte /
Carreteras, aeropuertos, ferrovías, cruceros; es decir, por tierra, aire y mar, muchas personas buscan vacacionar como una forma de distracción, esparcimiento o simplemente como una manera de gestionar el ocio. Solos, en pareja, con la familia, con un grupo de amigos o con un grupo de desconocidos, pero todos con el mismo fin: poner distancia de su área de residencia habitual. Qué bueno que se inventaron las vacaciones; qué malo que las enfermedades no se toman vacaciones.
Mientras muchos planean sus vacaciones de verano o de fin de año, otros programan sus cirugías; otros viven o sortean las urgencias médicas como parte de su estado de salud. De cualquier manera, vivir con un padecimiento o una condición médica crónica o incurable representa un grado de ansiedad inherente a la incertidumbre.
Mientras los empleados burócratas pueden disfrutar de periodos vacacionales programados —de tal manera que los usuarios se tienen que esperar o aguantar sus necesidades de trámites hasta que los servicios se restablezcan—, los servicios de salud no pueden hacer lo mismo. Los hospitales, los servicios de urgencias, así como las unidades de cuidados intensivos, no pueden estar solos o descuidados ningún día del año, en tanto que las enfermedades y los accidentes no tienen palabra de honor. Es decir, los accidentes no se pueden programar, porque entonces no serían accidentes; y las urgencias médicas tampoco se pueden prever. Por ejemplo: un infarto cerebral o cardíaco, una pancreatitis, una apendicitis, una fractura… En fin, hay padecimientos que se deben atender de inmediato. Para esto, siempre debe estar disponible el servicio médico de urgencias u hospitalario, 24/7.
Las enfermedades no sólo no vacacionan: pueden interferir con las vacaciones de otros. Con las personas sanas que programaron su esparcimiento, pero que ven interrumpido su descanso porque el hijo, la mamá, la abuela o algún familiar se puso grave y no se le puede dejar solo. Entonces, las vacaciones de los demás se ven frustradas.
La importancia de los servicios médicos y de los profesionales de la salud especializados en urgencias, en neurocirugía, traumatología, cirugía general, cardiología, y en todas aquellas áreas que atienden enfermedades que ponen en peligro la vida si no se tratan de inmediato, es enorme. Estos especialistas deben permanecer en guardia 24/7, en tanto que las enfermedades no vacacionan. Por eso, un reconocimiento a todos ellos por su compromiso.