Por David Uriarte

La información ha brotado como agua en coladera colapsada. Desde la llegada del nuevo régimen político a México, cada vez se saben más cosas: unas imaginadas y otras inimaginadas. La esperanza de muchos se ha transformado en asombro, y la de otros, en frustración; unos más viven la resignación de los nuevos tiempos.

El trabajo de la presidenta se vuelve mediáticamente interesante; sus declaraciones viajan entre la operatividad cotidiana de su gobierno y las noticias generadas por el presidente del vecino país del norte, con un tema específicamente espinoso: la percepción social derivada de la información proporcionada por los cincuenta y cinco delincuentes entregados a Estados Unidos.

Lo que se sabe de los delincuentes entregados forma parte de un catálogo de hechos delictivos tan amplio como la imaginación lo permita. Es decir, es posible que sea más lo que se desconoce que lo que se da a conocer.

La crisis temporal que han vivido algunas ciudades por la crisis energética —léase, desabasto de gasolina— parece haber sido superada. Sin embargo, esto dio pie a un análisis relativo al apoyo a la isla de Cuba por parte del gobierno mexicano y el desabasto local.

Lo que se sabe de las noticias internacionales es que El Mayo Zambada se declara culpable en búsqueda de evitar la pena de muerte y, de ser posible, la cadena perpetua. El tema en sí no es que se declare culpable, sino la información valiosísima para ellos en Estados Unidos, y para México y su presidenta. Es más, lo que no se sabe. Por eso, el partido en el poder y la disminuida oposición están con los ojos de la conciencia bien abiertos para conocer lo que dirán los dos principales actores de la información, llegados apenas hace un año a territorio del presidente Trump.

Por otra parte, es más lo que no se sabe sobre los temas tratados por el gabinete de seguridad encabezado por García Harfuch, cuya tarea es estar cada dos semanas en Culiacán para dar un resumen de los resultados en materia de seguridad pública en Sinaloa.

Puede ser una provocación o simplemente el desarrollo de un estado de violencia establecido como “normal”. Así reciben a Harfuch: con una casa vandalizada en Colinas del Bosque, al sur de Culiacán, y con dos hombres heridos por ataque a balazos en el mercado de abastos.

Esto es lo que se sabe. ¿Y lo que no se sabe?