Por David Uriarte /
Así como hay desplazados de sus comunidades, familias completas expulsadas por la violencia letal de grupos criminales, también hay desplazados de las comunidades político-partidistas, víctimas de una violencia política justificada por razones de ajustes tácticos o estrategias partidistas o de grupo.
Los desplazados o damnificados de la oportunidad de aparecer en la boleta electoral, conforman un espectro que va desde la indiferencia, hasta la renuncia partidista, pasando por los típicos corajes, berrinches, amenazas, negociaciones estériles, reacomodos, “catafixias”, promesas, y resentimientos.
Algunos desplazados venían trabajando para este proceso electoral desde el pasado en 2018; unos incluso bajaron de peso, fortalecieron su estructura física, otras por su rol de género se mantuvieron listas para iniciar una carrera en la que no se pudieron inscribir, o les quitaron el número para dárselo a otra persona.
Hombres y mujeres desplazadas terminan conformándose a su manera, con una emoción reprimida y una respuesta rápida que justifica una sonrisa enraizada en una promesa. Algunos deseaban pastel y se conformaron con una galleta, con una docilidad religiosa aceptaron como artículo de fe, la decisión “divina” de bajarse o desocupar el lugar para otro u otra.
Al final de la pepena, los desplazados parten de un principio de disciplina y el viejo cuento de luchar por lo que se quiere, poniendo de ejemplo a políticos como Joe Biden quien a sus 78 años llegó a la presidencia de los Estados Unidos.
Con estos discursos y palmadas en la espalda, los desplazados políticos aceptan tareas como ser representante personal del candidato fulano de tal, representante del partido en fulano municipio, en fin, puestos decorativos que implican de alguna manera estar pegados al proceso electoral, aunque sólo vean pasar la carne y ellos sigan con hambre; pero disciplinados.
Entre los desplazados y las viudas o viudos de ciertos partidos y candidatos, se hace una reserva importante de cuadros políticos tan eficientes o más que los registrados ante la autoridad electoral. Dignidad es una palabra que deberán incorporar a su vida algunos desplazados políticos.