David Uriarte / 

El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) dio a conocer el día de ayer los datos sobre la pobreza multidimensional en México.

El INEGI informa que la medición de la pobreza multidimensional cuenta con tres espacios analíticos: derechos sociales, bienestar económico y contexto territorial. El primero se refiere a los elementos mínimos o esenciales para el ejercicio de los derechos sociales (educación, salud, seguridad social, vivienda y alimentación). El segundo incorpora el ingreso como medio para satisfacer las necesidades alimentarias y no alimentarias. El tercer espacio analítico se refiere al contexto territorial, que da cuenta de aspectos que trascienden el ámbito individual e incorpora elementos relacionales y del entorno.

El análisis de los resultados —que, por cierto, son mejores que en años pasados— revela que las cosas van mejorando en México, específicamente en el tema de la pobreza: otra verdad que duele.

No debe haber razón para dudar de los números que presenta el INEGI. El porcentaje de la pobreza moderada se redujo del 2016 al 2024; lo mismo ocurrió con la pobreza extrema, la cual descendió de 7.2 % a 5.3 % en el periodo de estudio. También se consideró que, en 2016, México tenía 120 millones de habitantes y, en 2024, la población fue de 130 millones.

La población con ingreso inferior a las líneas de pobreza por ingresos pasó del 50.8 % al 35.4 %. Los números reflejan una evolución positiva. Es decir, según las estadísticas, los mexicanos poco a poco van saliendo de la pobreza, poco a poco van abandonando el nicho de la miseria.

Es una verdad que duele porque, todos los días, se ven personas en estado de extrema pobreza, sin empleo, sin dinero, sin seguridad social, y algunas sin esperanza de mejorar su pronóstico.

Lo que no dice el INEGI es si existe una asociación entre los programas sociales y la mejora en los niveles de pobreza. ¿Qué tanto influyen las dádivas de los programas sociales en la disminución de la pobreza en México? Si existe una relación significativa, entonces se podría afirmar que el camino para extinguir la pobreza es aumentar la cantidad de dinero que se reparte entre la población pobre, y listo. Aunque todo el dinero salga de los bolsillos de quienes tributan con sus impuestos, principalmente la clase empresarial: las pequeñas, medianas y grandes empresas.

¿Realmente hay menos pobreza? Eso dice el INEGI.