Por David Uriarte /
No es una postura o una opinión, los humanos dependemos en su totalidad de un órgano que se llama cerebro, somos lo que somos y somos como somos gracias al cerebro, hay decenas de evidencias científicas, entre ellas destaca la de Erick R. Kandel, premio nobel en Fisiología, autor del libro, La nueva biología de la mente, publicado por editorial Paidós en 2021.
Entre el cerebro de Hitler, el cerebro de Albert Einstein, Nikola Tesla, Vladímir Putin, Hugo Chávez, Fidel Castro, Beethoven, y tantos cerebros que han dejado huella en la humanidad, la única diferencia en su huella es su mente sana o su mente enferma.
Una mente sana descansa en un cerebro sano, lo demás se deduce cuando vemos las atrocidades de personas que usan el poder para dañar a los demás.
No se le puede pedir a un esquizofrénico que vea, escuche o sienta el mundo de manera diferente si precisamente la base de su enfermedad es el trastorno de la sensopercepción; no se le pude pedir a un ansioso que mantenga la calma y esté tranquilo, si precisamente el origen de su enfermedad mental es una disfunción de una parte del cerebro que se llaman ganglios basales, no se le puede pedir a un narciso que deje de creer en sus sentimientos de grandeza y prepotencia, si es el primer rasgo de su trastorno de personalidad; cómo pedirle al que engaña, miente en repetidas ocasiones, o estafa para provecho o placer personal, que cambie, si es la esencia del antisocial.
Las diferencias de los ocho mil millones de personas en el mundo es más que genética y dactilar, es mental, es cómo funciona y cómo aprende el cerebro de cada uno, aun los gemelos idénticos son diferentes.
La guerra de las mentes se da en personas cuyas experiencias tempranas los marcaron, o cuyos cerebros dejaron de funcionar o nunca funcionaron como es debido, cada estructura cerebral tiene funciones específicas que se suman a la red o circuitos cerebrales destinados por la naturaleza para ciertas funciones.
Así como el esquizofrénico cree todo lo que ve, escucha o siente, el narciso se siente especial, el esquizotípico está conectado con ideas mágico-religiosas, así cada enfermo mental o cada trastorno de personalidad, se identifica finalmente por su mentalidad y comportamiento, todo derivado de un cerebro sano o enfermo.
El único problema es el grado de conciencia de las mentes en guerra.