Por David Uriarte /

Hay quienes aseguran que la época de los milagros ya desapareció, otros siguen en espera de ellos, y unos pocos dicen ser testigos en carne propia de los milagros.

No se trata de discusiones estériles, se trata de una analogía de esperanzas humanas cuando la descomposición social se apodera la plaza donde vivimos o vive la familia.

Un día sí y otro también, la sociedad espera paz, tranquilidad, y un espacio de convivencia seguro, donde los niños y adultos puedan retozar sin la mínima preocupación o miedo de ser agredidos o violentados.

El divulgador científico Eduardo Punset afirmó que la felicidad es ausencia de miedo, entonces, mientras la sociedad esté sumergida en el miedo, no podrá vivir feliz.

Si lo contrario del miedo es la seguridad o la confianza, entonces, lo único necesario para pisar la alfombra de la felicidad es crear condiciones donde la sociedad se sienta confiada y segura.

A lo mejor, esto es lo que se puede considerar un milagro, que las familias vivan seguras y confiadas, bajo un sentimiento de protección, donde el único insomnio se deba a la ansiedad de salir temprano a trabajar o divertirse con la familia o los amigos.

Muchas líneas de investigación pueden aterrizar en la realidad que perturba la conciencia social cuando se seguridad social se habla, una de ellas el abordaje sociológico, otro antropológico, otro legal, sin duda el más interesante es el psicológico.

La psicología social y la psicología clínica tienen mucho que hacer en la sociedad actual, donde la conducta delictiva se multiplica de manera escalofriante, donde el vocabulario de palabras o frases poco comunes como muerte violenta, secuestro, extorsión, cobro de piso, tableada, puntero, malandro, bélico, levantón, atorón, y otras tantas, empiezan a ser comunes entre niños y adultos.

El milagro de retornar a los tiempos donde la seguridad pública era producto de una mente donde el índice de maldad era prácticamente nulo, donde los valores como el respeto y la prudencia no eran teoría sino práctica, ese milagro es el que espera la sociedad en estos momentos.

‘Hay que poner los puntos sobre las íes’, no se trata de insinuar o afirmar que, los índices de inseguridad se deben sólo a los gobiernos y las autoridades encargadas de la seguridad pública, los índices de inseguridad se deben a las conductas delictivas de las mentes sociopáticas.

Por eso se habla de milagros.