Por David Uriarte /

El cantautor José Alfredo Jiménez se adelantó a su tiempo con el tema musical, “Camino de Guanajuato”… No vale nada la vida, la vida no vale nada… así inicia su canción escrita en 1953.

A 61 años, la realidad trata de darle la razón… El fin de semana pasado, Guanajuato se convirtió en el estado más violento del país. La semana no podía empezar distinta, ayer, primer día del mes de abril, asesinan a Gisela Gaytán, candidata de Morena a la alcaldía de Celaya en Guanajuato.

Desde el inició del proceso electoral hasta esta fecha, 25 políticos y candidatos han sido asesinados, mujeres y hombres de diferentes partidos políticos han sido víctimas de la violencia que no descansa; a pesar del maquillaje de los discursos del gobierno que trata de ocultar la descomposición social que arrecia en los últimos años de este nuevo régimen político.

Hay preguntas que nadie quisiera hacer ¿Cuántos más faltan? ¿Cuál será la densidad final de la violencia política-electoral rumbo al 2 de junio? Con lo que se tiene basta, sin embargo, la confrontación del crimen organizado con las instituciones encargadas de la seguridad pública, es evidente, no les tienen miedo, les perdieron el respeto y de paso el costo social es un costo de sangre.

Hay inseguridad en las carreteras, los trabajadores del volante tienen miedo de engrosar la estadística fatal. Las empresas del transporte, la industria y el comercio que necesita enviar la mercancía al consumidor final, viven en la incertidumbre al saber el grado de vulnerabilidad de sus empleados y su mercancía, esto se asocia a la afirmación de José Alfredo Jiménez: “no vale nada la vida, la vida no vale nada”.

Ayer mismo, Alma Alcaraz, candidata a la gubernatura de Guanajuato, en referencia al asesinato de su compañera de partido Gisela Gaytán, dijo, “No puede ser normal que estemos viendo los asesinatos, yo no podría salir de mi casa con este tipo de cosas. La verdad es que no sabemos qué pensar, ya les han quitado la vida a muchos de Morena; mientras no haya justicia esto va seguir pasando por desgracia, estamos en un estado fallido completamente y obviamente pues sí sentimos coraje, rabia, impotencia ¿Por qué quitarle la vida a Gisela?”.

La inseguridad no se mide por el número de muertes violentas, se mide por el grado de sufrimiento social, por el número de viudas, huérfanos, madres buscadoras y hogares enlutecidos.