Por David Uriarte /

Cuando la mente de un científico escucha la frase -pecado presidencial-, inmediatamente separa las dos palabras, “pecado” y “presidencial”. La palabra “pecado” pertenece al conocimiento teológico donde la fe es lo que le da sentido al dogma; la palabra “presidencial” cobra sentido según la definición de la Real Academia Española: Perteneciente o relativo a la presidencia o al presidente. “Silla Presidencial”.

Desde el análisis un tanto político, el pecado se refiere a una posible pifia de quien gobierna según las estadísticas, un país con ciento treinta millones de habitantes, donde noventa y tres millones se dicen católicos, esto significa en números redondos el setenta por ciento, es decir, siete de cada diez mexicanos se dicen o aceptan ser o profesar la religión católica.

La identidad religiosa esta impresa en la mente, en el ADN de las creencias, en algo intangible… está soportada en la propia definición teológica de la fe, en la Biblia, la fe se define como: la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.

El Papa, la Virgen, los santos, los cardenales, los obispos y los sacerdotes dedicados a la curia, representan el tesoro de la fe, los conceptos de salvación, pecado, misericordia, perdón, paraíso e infierno, son los pilares de las convicciones religiosas, especialmente cuando se habla del segmento judeo-cristiano.

Los gobernantes tienen la facultad de hacer o dejar de hacer según sus convicciones y sus conveniencias políticas, la estructura de sus pensamientos rige su conducta dando paso a los compromisos ideológicos al margen de cómo le llamen, movimiento, partido, convicciones, plataforma ideológica, compromisos sociales, etc.

La representación del gobierno de México estará en el funeral del Papa Francisco en Roma, en la persona de Rosa Icela Rodríguez, Secretaria de Gobernación, algunos mexicanos se preguntarán ¿Y la Presidenta? La respuesta sólo la tiene ella, la presidenta que decidió hacer eso, enviar a una persona de sus confianzas en su nombre y representación, a un evento internacional cuya trascendencia va más allá de lo político para insertarse en los sociológico y cultural.

Es probable que el pecado presidencial no exista en una mente donde la mezcla de lo político con lo científico se encuentra para dar paso a conductas y discursos tan idealistas o dogmáticos como la propia religión, cualquiera que esta sea.