Por David Uriarte / 

Los temas de interés particular, las creencias, paradigmas, posturas ideológicas políticas o religiosas y todo aquello que mueve las emociones como la alegría, la tristeza o el coraje, forman parte de la identidad, de aquello que te identifica con esa persona o sus ideales.

En las contiendas políticas aparecen las identidades, las identificaciones, la convergencia de ideas y creencias, los objetivos y metas comunes, las agrupaciones sociales, empresariales o laborales que defienden o comparten los mismos temas, carencias o beneficios.

Esto fortalece los grupos de poder… poder no necesariamente es dinero, poder puede ser la voluntad conjunta y unánime para decidir, cosa que pasará el día de las elecciones. Mientras tanto, los creyentes o simpatizantes de ciertos partidos políticos y ciertos candidatos, sufren una especie de emociones encontradas: por un lado, sienten alegría cuando otros coinciden con ellos; y se sienten enojados cuando alguien discrepa o piensa diferente.

Los adoradores de causas perdidas, es decir, sabedores que su minoría sólo beneficia a los dueños de esos partidos, son un instrumento para que otros conserven el poder. En cambio, aquellos cuyo estrato político es el gobierno en el poder, experimentan una alegría difícil de esconder, incluso irradian una especie de burla a la oposición o diferencia de pensamiento.

En los maratones internacionales donde 20 mil deportistas participan, hay 19,999 que no estarán en el pódium del ganador, sin embargo, el coraje no es tan evidente como en los miles y eventualmente millones de votantes que resultan perdedores al perder su candidato o candidata.

Enojarse no es opción y sólo revela una obsesión enfermiza por algo que no funcionó; el coraje es una emoción enceguecedora, algo que perturba la razón evidenciando la verdadera inteligencia de la persona.

Si el ganador de la gubernatura en Sinaloa lo fuera por 500 mil votos y el total de los votos fuesen un millón doscientos mil, el coraje de los perdedores no revierte los resultados, en todo caso deja constancia de la frustración y evidencia de lo mucho que hay que trabajar en el control de las emociones. Por eso; no te enojes.