Por David Uriarte

El camino de las emociones mortales se construye bajo ciertas condiciones, es decir, no se puede afirmar que la simple emoción de triunfo o derrota es garantía o sentencia de bienestar o muerte. Los cambios fisiopatológicos se dan en cascada, un efecto dominó, un proceso psiconeuroinmuno-endocrinológico. ¿Qué significa esto? Significa que la emoción y sus consecuencias mortales recorren un camino psicológico, neurológico, inmunológico y endocrinológico.

La emoción no placentera cambia el significado de la realidad, es un contraste asimétrico entre lo esperado y lo recibido, es una percepción que engendra frustración, esto tiene un asiento en los circuitos neurocerebrales donde las moléculas denominadas neurotransmisoras se alteran y contribuyen a modificar el estado de ánimo, y el sistema inmunológico se debilita predisponiendo enfermedades físicas, es entonces que la parte endocrinológica se activa.

El sistema nervioso autónomo, ese sistema involuntario que el humano no puede controlar, junto con las glándulas, hacen una mezcla perfecta para la autorregulación de todos los procesos biológicos, sin embargo, cuando se pierde el equilibrio por las emociones, todas las hormonas cobran su factura.

La glándula pineal se afecta y la melatonina no es suficiente para inducir el sueño, entonces aparece el insomnio, después, la famosa hipófisis o glándula maestra responde a las emociones y sus ocho hormonas entran en acción, aumenta la prolactina y el deseo sexual disminuye.

La hormona estimulante de la glándula tiroides y la estimulante de la glándula suprarrenal, hacen que la persona sufra de nerviosismo e inquietud, mientras el aumento del cortisol es la evidencia del estrés emocional, al mismo tiempo, el hipotálamo responde a la emoción convirtiendo la fenilalanina en adrenalina, esta sustancia acelera el corazón y cierra los vasos sanguíneos elevando la presión… y eventualmente, las arterias del corazón pueden sufrir un espasmo que produce la anguina de pecho y si persiste aparece el infarto con las consecuencias fúnebres que nadie quisiera. Todo por las emociones no placenteras.

La sabiduría del cuerpo te dice: cuidado con tus emociones.