Por David Uriarte /
Todo lo que tenga cara de éxito puede ser criticado por los amantes del fracaso y la envidia del poder. Cada interconexión por llamada, mensajes, o redes sociales, Carlos Slim gana dinero; en cinco de cada diez computadoras, Lap, Tablet, o dispositivos electrónicos de uso personal, o empresarial, las empresas fundadas por Bill Gates y Steve Jobs ganan dinero; por eso muchos los critican y otros no los quieren.
Lo mismo le pasa a Donald Trump en Estados Unidos y a López Obrador en México, sus adversarios políticos no los quieren simplemente porque traen el éxito en la cara, y les guste o no les guste, o digan lo que digan; ambos son Presidentes.
Guardada toda proporción, les guste o no les guste, Héctor Melesio Cuén Ojeda se ha convertido en todo un fenómeno de alta rentabilidad política aún con su evidente fracaso electoral del 2018.
Para nadie es novedad o le resulta extraño que hablar de Cuén es hablar del Partido Sinaloense, existe una simbiosis o impronta de origen, es decir, él construyó el partido y al que no le guste, muy sencillo, que construya el propio y punto.
Nadie imaginó el Momentum, concepto de física utilizado en economía para indicar o describir el despegue o crecimiento abrupto de un fenómeno, en este caso, de un fenómeno político electoral que posicionó al Partido Sinaloense como segunda fuerza local.
Hoy, después del descalabro revelador del 2018, después de asimilar traiciones, simulaciones, presiones, e incluso amenazas, el líder del Partido Sinaloense afronta con maestría quirúrgica los retos propios de una nave que tiene que repararse en pleno vuelo: no se puede detener, no se puede perder en la búsqueda de culpables, tiene que dedicarse a la construcción de soluciones. Por eso, muchos no quieren ver a Héctor Melesio Cuén ni en pintura.
Es más fácil que se le enderece la nariz aguileña a Cuén, a que desista de su ritmo de trabajo. Hoy anda con una nueva idea, con nueva estrategia, hoy anda buscando gente nueva que se una a su proyecto, así lo hizo en el municipio de El Fuerte al reunirse la semana pasada con empresarios. Cuén no quiere que lo quieran, quiere que apoyen por su proyecto y ya.