Por David Uriarte /
No hay mejor analogía que la del compositor José Alfredo Jiménez con su canción “El Rey”, -una piedra en el camino, me enseñó que mi destino era rodar y rodar-.
Si las piedras enseñan, el ejemplo de los humanos también, más cuando se convierten en líderes o guías de un pueblo o una sociedad que cree en ellos y espera resultados que los beneficien.
Una de las características de las personas con disfunción de la corteza prefrontal, la parte más evolucionada del cerebro humano, es no aprender de la experiencia, seguir creyendo en lo mismo a pesar de obtener resultados pobres o negativos.
Así como una persona sigue creyendo en su pareja infiel, pensando en que algún día se le va quitar, o algunos padres siguen creyendo en la inocencia de sus hijos aunque tengan las evidencias en la mano de lo contrario, así, gran parte de la sociedad sigue creyendo en los políticos, representantes, o gobernantes; creen en sus palabras, piensan que tienen buenas intenciones, incluso dan la vida por los ideales que comparten.
Después de muchos años, la historia en México y en muchas partes del mundo, enseña que las cosas no son como cree la sociedad en materia de política y gobierno.
Si un político revela la realidad de sus intenciones y con esto la pobreza de su desempeño al llegar al poder, o en el mejor de los casos, la dificultad para cumplir con sus promesas, el pueblo no iba a creer en él, mucho menos llevarlo al poder con su voto que es la mejor evidencia de su credibilidad y simpatía.
Entonces, ¿Se necesita decir mentiras para comprar la confianza de los votantes? La respuesta está en la historia política de siempre, con algunas excepciones difíciles de registrar. Las interrogantes flotan en el aire cuando gobiernos como el de Vladímir Putin en Rusia, Nicolás Maduro en Venezuela, Miguel Díaz-Canel en Cuba, por citar algunos, duran tantos años en el poder con economías, sistemas de salud, de educación, y de seguridad, que no necesitan descripción o explicación, y aún así, el pueblo sigue votando por sus líderes.
Mentir es un proceso mental que requiere cognición, esto significa que tiene un grado complejo de pensamiento, planeación y juicio, capacidad para razonar y prever los resultados a corto y largo plazo. Los reyes de las mentiras son intelectuales del engaño, se puede aprender mucho de ellos desde el punto de vista de la sociología y la psicología social.