Por David Uriarte / 

Cuidado con no dimensionar los alcances de un conflicto universitario, específicamente con la Universidad Autónoma de Sinaloa, hace años, las calles y la explanada del Palacio de Gobierno se abarrotaban de universitarios inconformes, en la década de los setentas y ochentas -hace poco más de cuarenta años- era común ver desfilar a estudiantes gritando consignas en contra del gobierno estatal y federal… Quemar vehículos, quemar camiones urbanos, alterar el servicio de transporte público al retener decenas de camiones en la Plazuela Rosales y en el Estadio Universitario, eso y más pasó en los gobiernos de Alfredo Valdez Montoya, Alfonso Genaro Calderón Velarde, y Antonio Toledo Corro.

En 1973, la efervescencia y nacimiento de movimientos estudiantiles de izquierda, alimentados por la llegada de activistas de Puebla, ese es parte del antecedente de las revueltas estudiantiles y la aparición del grupo represor denominado “los halcones”.

Las diferencias UAS-Gobierno siguieron y el 9 de septiembre de 1981 en el gobierno de Toledo Corro, nace el Colegio de Bachilleres del Estado de Sinaloa, así termina el conflicto de las preparatorias, en ese tiempo, el gobierno pensó que, quitándole las prepas a la UAS, el conflicto terminaría, sin embargo, las preparatorias en la UAS se fortalecieron y el conflicto continuó hasta el mandato de Héctor Melesio Cuén Ojeda en el año 2005.

Aunque muchos no se acuerdan, desde el rectorado de Héctor Melesio Cuén, la UAS ha mantenido a sus alumnos en las aulas (donde deben estar), sacar a las calles a la comunidad estudiantil de la UAS que junto con sus empleados superan las doscientos mil personas, es un riesgo que se debe calcular muy bien.

Con el veinte por ciento de estudiantes y profesores, la UAS inunda la ciudad poniendo de cabeza la movilidad y la tranquilidad, los adolescentes, aquellos estudiantes menores de veinte años tienen dos condiciones: sus niveles altos de testosterona, y su cerebro en un proceso de maduración inconclusa.

Lo anterior son líquidos volátiles cuya combustión es peligrosa en cualquier parte del mundo, no son peligrosos porque sean de la UAS, son un peligro por su impulsividad contenida en un cerebro en maduración y unas hormonas que despiertan las pasiones propias de una biología fortalecida por la edad.

Cualquier movimiento intrusivo fuera de consenso: cuidado.