Por David Uriarte /

Algunos de la oposición, del PRI, PAN y PRD se pasan a MORENA, los del Verde y PT, se cuelgan de MORENA, y los de la MC le hacen el caldo gordo a MORENA.

El partido en el poder se vuelve un manjar para los que tienen hambre de poder político, para los que quieren ser gobierno o representar parte de la sociedad vía diputaciones locales, federales o en el Senado.

Se vale cambiar de opinión, se vale rectificar, se vale dejar de creer en el primer amor, se vale renunciar a los principios y plataforma ideológica de un partido, lo que no se vale es traicionarse a sí mismo, renunciar a las creencias ideológicas solo por tener trabajo o buscar el poder político a través de una posición de gobierno o de representación ¿hasta dónde esto es prostitución ideológica?

Hay políticos que han recorrido tres, cuatro o más partidos, siempre en búsqueda de un lugar privilegiado en el espectro del poder, eso recuerda a los vendedores que enaltecen las virtudes de sus productos y cuando cambian de empresa, hablan mal del producto que antes exaltaban y ahora dicen que el actual es el mejor y así sucesivamente conforme cambian de empresa cambian de opinión.

La confianza es uno de los requisitos que deben promover los políticos cuando quieren ganar simpatía entre los electores, la democracia partidista se reduce a número de votos, a número de personas que confían y creen en aquel o aquella que compite para obtener un trabajo cuya remuneración depende de los impuestos.

Si bien es cierto que el patrón es el mismo, lo que cambia es el administrador, los políticos trapecistas que brincan de un partido a otro, de un partido perdedor a un partido ganador, lo que buscan es la seguridad en el trabajo, cosa legitima en cualquier empleado, la diferencia, es que la ideología partidista tiene que ver con valores y principios que a veces más que diferentes, son opuestos entre partidos.

Un candidato que pide el voto y la confianza por un partido y a la vuelta de tres años vuelve a pedir el voto y la confianza por otro partido ¿de qué está hecho? ¿Qué tan serias son sus convicciones?

Estas y muchas preguntas más se pueden hacer ante tantos políticos trapecistas. Ahora resulta que muchos militantes de la oposición, ven en el partido en el poder la redención de sus pecados políticos. ¿y la fidelidad partidista e ideológica? ¿y la confianza? ¿y la traición?