Por David Uriarte /
La innovación es parte del crecimiento y desarrollo político en México, todos los partidos políticos tienen algo que los distingue, desde los más viejos hasta los más nuevos, todos buscan su rentabilidad, su permanencia en la mente de los votantes, y su representación en los congresos y los gobiernos.
El PRI acumula experiencia en los procesos electorales, pero arrastra una mancha indeleble asociada a la corrupción; el PAN no se puede quitar el estigma de una derecha “mocha” y una incapacidad para conservar el poder. El PRD fue fulgor enceguecedor de una izquierda extinta, fuerte, desarticulada y sedienta de poder que se intoxicó con la confianza del elector dando paso al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA); que capitalizó los malestares del pueblo de derecha, de izquierda y del centro… Completando un arrollador porcentaje que derribó las vallas ideológicas de aquellos creyentes en su partido y sus líderes.
Los intentos por capitalizar el poder gremial de trabajadores de la educación o los obreros sindicalizados, han fracasado dando por resultado fracturas al interior de los partidos grandes y tradicionales, y desaparición o transformación de estos partidos satelitales.
Ante la ebullición política persistente en un mundo de desigualdades y aspiraciones de bienestar, las promesas se convierten en movimientos que culminan en la búsqueda de un registro como partido, tal es el caso de Fuerza por México, una organización política con cimientos estructurados en la experiencia y el apoyo del que manda, por lo menos eso se ve.
Tanto el Presidente del partido Fuerza por México como sus ideólogos, buscan algo más que conservar el registro: buscan posicionar su poder político en los congresos locales, regidurías, presidencias municipales, gubernaturas, y ‘la cereza del pastel’ de sus aspiraciones es colocar en todos los distritos a diputaciones federales a mujeres.
Pintar de rosa el congreso federal es la ilusión de Fuerza por México. No se sabe para cuánto le alcanzará, eso se sabrá el día de las elecciones, sin embargo, la postura forma parte de una innovación política que redimensiona el potencial de las mujeres en México.