Por David Uriarte /
A partir de la fecha, empieza a subir la temperatura política en todo México donde Sinaloa no es la excepción, las estrategias son polares: mientras unos piensan que no hay que moverse, otros parecen bailarines de circo paseándose por todas las pistas llamando la atención de niños y adultos.
Las y los políticos viejos observan como felinos cautelosos en espera de dar el zarpazo, se mantienen con los cinco sentidos activos y trabajando a su manera.
Por otra parte, los aspirantes a políticos, las caras nuevas o los de incipiente experiencia, piensan que las cosas son fáciles, que sólo necesitan muchos “Like” e incursionar por las redes sociales.
Poco a poco aparecen nombres de hombres y mujeres buscando el foco de atención ciudadana, unos repartiendo dádivas, otros repartiendo discursos, otros más sensatos se atrincheran en los medios de comunicación buscando a los columnistas y analistas políticos, quieren dos cosas: que los conozcan y que les compren su proyecto con la moneda que se llama voto.
Empresarios, agricultores, hijos de políticos, profesores jubilados, activistas, resentidos sociales y ocurrentes, engrosan la lista de aspirantes a un puesto de elección popular en Sinaloa.
Una cosa son las sorpresas políticas navideñas, y otra cosa es más de lo mismo, es decir, los rostros y discursos conocidos, las promesas y argucias usadas por quienes tienen experiencia en las políticas públicas, estarán presentes en todos o casi todos los procesos electorales.
El tema son los rostros nuevos, los que encuentran en la novedad político-electoral del 2018 su vocación, los que creen o piensan que las presidencias municipales y las diputaciones se dan por decreto; los que ven en humildes o desconocidos ciudadanos del ayer, a los legisladores o presidentes municipales de hoy, eso les hace pensar que la vía corta es apuntarse o refugiarse en MORENA, o en alguna coalición.
En los 18 municipios de Sinaloa hay ciudadanos interesados en dar la sorpresa, hombres y mujeres que ven la complejidad política como algo sumamente sencillo, se les olvida el dicho popular de que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”, y que el 2018 no es el 2021.