Por David Uriarte  /

Si la suerte existe, está de lado del presidente López Obrador en la entrada en operación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Los astros se alinearon y las energías fluyeron dirían los esotéricos, el carácter adusto del Presidente Donald Trump, construyó un camino sinuoso entre él y Justin Pierre James Trudeau, primer ministro de Canadá.

No hay enemigo pequeño, así lo demostró Trudeau ante la ofensiva del presidente Trump; a Trudeau no le gusta que lo dejen con la mano extendida, que lo dejen en segundo plano, que lo exhiban como “risión” en el espectáculo del millonario venido a Presidente en Estados Unidos.

Será el país más poderoso de América o del mundo, pero el primer ministro de Canadá no se dobló ante las frivolidades de su presidente, y ante esto la urgencia de que alguien fuera a la fiesta: el invitado de honor AMLO.

La imaginación no da para un escenario de soledad en la puesta en marcha del tratado comercial más importante entre los tres países, lo que nunca esperó Trump, es que su homólogo canadiense le saliera rezongón, de ahí la simpatía y los elogios que en los últimos meses le profirió Trump al Presidente de México.

De las pocas veces que el gobierno norteamericano estuvo al borde del desprecio, una de ellas es la día 8 de julio del 2020, fecha que obviamente quedará para la historia, el recuerdo y el análisis de las conductas personales que afectan la imagen de una nación que siempre vive en la presunción de grandeza.

El más contento después del presidente López Obrador, es el ex-vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, después de los 14 puntos de ventaja en las encuestas de preferencia e intención de voto… Estos dislates de Donald Trump pueden ser el tobogán de su desprestigio, y la puerta por donde va dejar su Presidencia.

Al presidente López Obrador lo pueden acusar de muchas cosas, menos de tonto, simplemente se vendió caro, aprovechó la recta para promocionar a su posible sucesor. La única nube que empañó el brillo de su desempeño, fue la cachetada con guante blanco que le dieron los empresarios mexicanos al ser la cohorte de honor de Trump.