Por David Uriarte /

Tuvo una formación educativa limitada pero una inteligencia extraordinaria, el Gobernador de Sinaloa Antonio Toledo Corro, en su periodo de gobierno 1981 a 1986, hizo obras extraordinarias por las que será recordado, sin duda, la creación de la Universidad de Occidente (UdeO), hoy Universidad Autónoma de Occidente (UAdeO) y los Colegios de Bachilleres del Estado de Sinaloa (COBAES).

Estas instituciones educativas fueron el contrapeso en su momento para la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), fue una manera salomónica de distender los conflictos UAS-GOBIERNO que se venían arrastrando desde los gobiernos de Valdez Montoya y Alfonso Genaro Calderón.

Con las preparatorias del COBAES y las licenciaturas de la UAdeO, se resolvió el problema político de la educación media superior y superior en Sinaloa.

Las cosas en materia de educación media superior y superior parecían marchar bien, se suponía que marcharía se mejor en el nuevo régimen político, sin embargo, en febrero del año pasado, con la expedición del decreto 407 que contiene la Ley de Educación Superior del Estado de Sinaloa, las cosas se complicaron a tal grado que es posible que su solución se dé hasta la llegada de la próxima legislatura, mientras tanto, los contendientes luchan en la arena jurídica local y federal.

Con el resentimiento propio de una académica que estuvo a punto de ser Rectora de la UAS, sus sueños se cumplieron en el 2017, siendo la primera mujer en ser designada por la Junta Directiva de la UAdeO, como Rectora, cuya administración concluye en estos primeros días de enero de 2024.

El perfil político y académico de la Universidad Autónoma de Occidente, siempre estuvo apegado a los lineamientos del Gobierno del Estado, sin embargo, en la reciente designación que hizo la Junta Directiva, se esperaba que la decisión fuera por mayoría unánime, pero no pudo ser, terminó siendo una designación sólo por mayoría, esto abrió una fisura que se puede convertir en fractura si no se hace rápidamente una operación cicatriz.

Los contendientes a la designación, todos, excepto quien ya sabía que iba ser, cayeron en el juego de la democracia, creyeron en la presentación de sus propuestas y plan de trabajo, creyeron en las encuestas, y al final… ¡Oh sorpresa! Sus méritos no les alcanzaron, los ojos y oídos de la Junta Directiva, vieron y escucharon otra cosa, algo diferente, otra cosa.