Por David Uriarte /

Cuando las personas viven en pareja, construyen un modelo de convivencia único: la costumbre modela la relación, se acostumbran a estar juntos o se acostumbran a extrañarse. En la cadena de la pareja puede haber un eslabón más débil, aquel que extraña a la otra persona… A veces no es debilidad, es sed de sentirse acompañado, sed de sentirse amado o amada, sed de importarle a alguien, hambre de ser tomado en cuenta, pero sobre todo necesidad de ser incluido o incluida como pieza vital de la pareja.

Los hechos cumplen funciones eventualmente desconocidas, por ejemplo, la infidelidad descubierta pone a prueba la fortaleza del vínculo afectivo de la pareja y los paradigmas de ambos, es decir, lo que lastima a la persona no es la infidelidad de su pareja en sí, lo que la puede lastimar es el paradigma o modelo de pensamiento en relación al secreto y la traición, por eso, mientras no se modifique la forma de pensar, no habrá terapia que sane al afectado, se necesitan resignificar conceptos y creencias, o arrastrar el sufrimiento a la cronicidad en tanto el pasado no se puede modificar.

La sensación de confort construida como resultado de una pareja funcional, se transforma en disconfort cuando una de las siguientes áreas se vulnera: sexo, dinero, o poder.

Las disfunciones sexuales incluyen los conflictos del vínculo afectivo, infidelidad, desamor, aversión sexual o cualquiera de los trastornos de la vida erótica.

El dinero representa un instrumento de bienestar, la salud financiera fortalece la seguridad y protección patrimonial de la familia, también es un foco de riesgo en tanto empodera y amplía la libertad de quien lo posee. El dinero es arma que puede fisurar cualquier relación por más sólida que parezca, las relaciones de pareja son en sí mismas relaciones de poder, imponer la voluntad sobre la ajena es práctica común cuando el respeto a la diferencia no existe. Tolerancia, flexibilidad y aceptación, son las fibras que componen el respeto a la diferencia.

Las separaciones de las parejas se resumen en estas tres variables, es en la ausencia de la otra persona se valora la dimensión del significado y se razonan dos cosas: la tardanza en separarse, o la premura en hacerlo.