Por David Uriarte /
La realidad se mide en números y en sufrimiento, dijeran los estudiosos de la ciencia, la realidad se mide cuantitativa y cualitativamente.
El número de muertes violentas en México está disponible en los portales de información oficial, no es novedad ni juicio, tampoco se trata de comparaciones sexenales, se trata de la evidencia de un México sombrío, la parte triste o escondida de los discursos triunfalistas del régimen político actual, arrastra orfandad, viudez, sufrimiento, impotencia, rencor y frustración en las familias que viven de cerca y de lejos esta realidad espantosa.
El número de personas desaparecidas es un indicador de la vía utilizada para aplicar la justicia, justicia hecha a modo por la propia mano en una confrontación cruda con las autoridades.
El número de negocios cerrados o venidos a menos por las condiciones hacendarias y la carga social que arrastra a la quiebra a miles de medianas y pequeñas empresas, los impuestos se pagan no se condonan y el pago al Seguro Social y el Infonavit también, no hay respiro para muchas empresas que terminan ahogadas entre los estragos de la pandemia y los estragos de los impuestos y la persecución hacendaria.
El número de personas con cáncer es mucho más que un número, es el rostro de la salud pública y el patio de maniobra de un gobierno estreñido en la respuesta operativa y humanitaria ante tal realidad social.
El abasto de medicamentos de todo tipo principalmente los de alta especialidad, es un truco numérico resulto en los papeles y pendiente en los miles de pacientes con enfermedades crónicas y degenerativas, los incrédulos sólo tienen que darse una vuelta por las farmacias de los hospitales y clínicas del sector salud para corroborar la realidad.
Las vacunas para proteger a la población contra el Covid-19 son un señuelo que trae asoleados a miles de viejos y jóvenes mientras los hospitales y las funerarias siguen recibiendo enfermos y muertos vacunados y no vacunados.
El miedo a enfermar y morir es legítimo y propio de la especie humana, lo que no es legítimo y propio es que lo engañen y lo mantengan agónico con distractores como el avión del amor.