La seguridad para vivir se convierte en la prioridad de cualquier ser humano, la familia representa el objetivo de la vida, el mejor pretexto para justificar esfuerzos, los hijos se convierten en joyas preciosas cuyo cuidado entra en la prioridad del sentimiento de paternidad o maternidad.

Así como los primitivos buscaban cuevas seguras, refugios aislados de los depredadores, los humanos con su evolución mantienen siempre la búsqueda de un nicho de confort para la tranquilidad de la familia.

Hay dos infiernos que enfrenta la familia: el interno y el externo; también hay dos paraísos: el interno y el externo. Con esto podemos entender que tanto el infierno como el paraíso, no siempre dependen del área geográfica donde se habita, a veces el infierno o el paraíso, son producto de la salud o la enfermedad mental de cualquiera de los integrantes de la familia.

En los últimos días el tema del suicidio, el feminicidio, la inseguridad, y la violencia familiar han recorrido la conciencia social. Las noticias amargas atormentan los paladares diseñados para las noticias dulces o agradables, sin embargo, la realidad no se modifica escondiendo la noticia, la realidad se modifica modificando la conducta personal, familiar o social.

La convivencia sana en una sociedad civilizada es producto de la capacidad de percibir o disfrutar lo que se tiene, el problema empieza cuando la percepción de lo que se tiene no es lo que se quiere o desea. Buscar en los demás la solución a los vacíos personales, ya sean afectivos o materiales, es el principio de las conductas antisociales o sociopáticas.

El lugar más seguro para vivir no siempre depende de las murallas o barreras físicas, a veces el enemigo potencial habita en la familia, esa familia trabajadora, socialmente responsable, cuyos hijos o padres padecen algún desequilibrio mental que los convierte en una amenaza.

Algunos se confunden o piensan que enfermedad o desequilibrio mental consiste en andar comiendo basura en la calle o alucinando como esquizofrénico o intoxicado por un psicotrópico; hay empresarios, estrellas del deporte, artistas, intelectuales, grandes juristas, o respetados ciudadanos que arrastran una doble vida: socialmente brillantes, y familiarmente agresivos y violentos.

El lugar más seguro para vivir en Culiacán y en cualquier parte del mundo, es donde hay personas sanas mentalmente.