Por David Uriarte /

Si de por sí la pandemia se convirtió en escenario de desprestigio epidemiológico para el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, entre otras cosas, por su pronóstico de mortalidad en los mexicanos infectados por el virus SARS-CoV-2, ahora enfila su rumbo protagónico a los médicos que prestan su servicio en los consultorios adjuntos a farmacias de bajos costos.

Se habrá preguntado el Subsecretario de Salud ¿Qué pasaría si estos consultorios médicos de bajo costo no existieran? La respuesta es sencilla: se colapsarían los servicios de salud pública.

Gracias a los miles de consultorios médicos adjuntos a estas farmacias en México, la población, con y sin seguridad social, tiene una opción rápida de diagnóstico y tratamiento en el primer nivel de atención que según la Secretaría de Salud y la Organización Mundial de la Salud, resuelve el 85% de la demanda de servicios médicos de la población.

La única manera de prescribir medicamentos como antibióticos o psicotrópicos, es a través de la cédula profesional de médico, documento que extiende la Secretaría de Educación Pública a través de la Dirección General de Profesiones; para esto, hay que estudiar cinco años en las aulas, un año más en los hospitales, otro año de servicio social, y después, presentar y aprobar el examen profesional para obtener la cédula profesional.

El viacrucis académico para obtener la cédula de médico, es muy diferente a otras profesiones, los médicos que consultan en los espacios adyacentes a las farmacias, tienen su cédula, y muchos de ellos son jubilados de instituciones de salud pública como la SSA, IMSS, o el ISSSTE.

La medicina de bajo costo no significa el ejercicio “chafa” de la profesión, significa una oportunidad de servicio para los miles de pobres que no tienen seguridad social… la preocupación de López-Gatell, debería encaminarse en promover que todos los mexicanos estuvieran protegidos por un sistema de salud digno y suficiente.

Dirigir el destino de la educación es una cosa, dar clases es otra cosa. Estar detrás de un escritorio dirigiendo a través de las normas el sistema de salud en México, es una cosa, observar, palpar, auscultar, y escuchar a los pacientes, es otra cosa. No es lo mismo entrenar a un boxeador, que subirse al ring.

Los médicos adjuntos a las farmacias, desaparecerán cuando exista un sistema de salud pública suficiente.