Por David Uriarte /
“Por favor”, “gracias”, “lo siento”, “te quiero”, o “confió en ti”, son palabras mágicas para una buena relación interpersonal; se aprenden y pueden abrir las puertas de la buena voluntad ajena. Estas palabras tienen un significado preciso, van al lugar que deben ir cuando se trata de mejorar las relaciones sociales, sin embargo, hay otras palabras mágicas que no dicen nada, pero lo dicen todo.
Las palabras mágicas en los últimos diez años en México son “el proyecto” y “el movimiento”, claro, en el ámbito político, es una forma de decir todo sin decir nada, la mejor justificación de una acción o de una omisión es rezar de inmediato las palabras mágicas.
Si alguien se atreve a criticar al régimen político en el poder, una forma de neutralizarlo es decirle que está en contra del movimiento, o en contra del proyecto ¿Cuál movimiento? ¿Qué proyecto?
Explicar esta dualidad es como explicar la santísima trinidad, se trata de creencias que no soportan análisis. Tratar de espulgar las definiciones conceptuales y operacionales de estas palabras es perder el tiempo, la fe siempre será el soporte de la razón ante lo inexplicable.
Al senador de la República y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, se le asocia o se le vincula a su ex funcionario o servidor público del área de la Seguridad Pública cuando él fue gobernador por Tabasco, y que hoy se encuentra prófugo de la justicia y cuenta con una ficha roja de la INTERPOL.
¿Y qué creen? Algunos líderes y compañeros de partido, ya se pronunciaron a su favor diciendo que aquellos que lo critican están en contra del movimiento y del proyecto, esas son las palabras mágicas que curan cualquier dolor producido por la realidad, la verdad o incluso la sospecha de conductas asociadas a la corrupción en cualquiera de sus modalidades, robo, mentira, o traición.
Las palabras mágicas tienen vigencia, el partido que gobernó México más de setenta años, también acuñó sus palabras mágicas, los partidos de la alternancia también lo hicieron, son las cataplasmas sanadoras o protectoras de la suspicacia social, principalmente de la oposición.
Cuando la creencia es rebasada por la evidencia, el dogma se ve amenazado y recurre a lo irrebatible: la fe.
Se necesita mucha fe para invocar las palabras mágicas.