Por David Uriarte /

La humanidad está sometida a una serie de amenazas mortales, principalmente tres: los humanos, las enfermedades, y la naturaleza.

Humanos quitándole la vida a otros humanos, practica registrada desde los tiempos bíblicos… guerras con saldo de miles de hombres muertos a manos de sus semejantes, en este siglo y el pasado; el crimen organizado se ha vuelto la sociopatía más sangrienta, dejando desaparecidos, viudas, huérfanos y hogares enlutecidos, con un porcentaje de impunidad elevadísimo.

La historia registra muertes al por mayor en las epidemias de los siglos pasados, la esperanza de vida era reducida, sin antibióticos, vacunas, o auxiliares de diagnóstico como ahora. La reciente pandemia del SARS-CoV2, lastimó a millones de seres humanos en todo el mundo, muertes y más muertes, niños, jóvenes, adultos y ancianos engrosaron las estadísticas mortales del ‘virus maldito’.

No todo son virus y pandemias, la pobreza también cobra su cuota de muerte, las poblaciones apartadas de la civilización, ausentes de los servicios básicos como energía eléctrica, agua potable, drenaje, comunicaciones, y por supuesto ausencia de servicios médicos, esta es otra amenaza tan mortal como la guerra o el sicariato.

Cuando todo parece estar bien, aparecen fenómenos naturales como las lluvias copiosas, los huracanes, temblores, tsunamis, sequías, altas temperaturas, tornados, incendios forestales, heladas, o cualquier manifestación súbita de la tierra, el agua, el fuego o el aire, que producen muertes colectivas, incluso la desaparición de poblados completos.

La extinción de la vida en el tiempo es natural, hoy la esperanza de vida en muchos países supera los ochenta años de edad, cosa imposible hace dos o tres siglos. La muerte natural es lo esperado para cualquier humano, sin embargo, la muerte violenta o súbita por otros humanos, por enfermedad, pobreza, o fuerzas naturales, son amenazas mortales.

Las enfermedades y los fenómenos naturales pudieran considerarse como variables no controladas, especialmente la naturaleza, la pobreza es una causa de muerte poco justificada en el siglo de la informática y la era digital, tantos avances científicos y tecnológicos, y al mismo tiempo, tanta pobreza como causa de muerte.

Si la muerte por la pobreza indigna, imaginemos la muerte violenta donde el dolo impera junto con la impunidad.