Por David Uriarte /
La anatomía se refiere a la estructura más que a la función, a lo que hace que materializa las cosas, a las partes de un rompecabezas que conforman el todo, en el proceso electoral; las personas materializan los hechos, son las que hacen o dejan de hacer, son la anatomía del éxito o el desastre electoral.
En un recuento rápido, evidente, contrastante pero catastrófico, la anatomía del proceso electoral está salpicado literalmente de sangre, sudor y lágrimas. Cerca de cien actores políticos asesinados en México, el caso reciente de Sonora deja una fractura expuesta a la seguridad y la confianza de una democracia participativa e incipiente que no se puede consolidar.
Los considerandos salen sobrando cuando se habla del partido que abanderaba el candidato a la presidencia municipal de Cajeme Sonora, Abel Murrieta, cuyo antecedente significativo había sido ocupar la Fiscalía General de su Estado por ocho años y asesor de Adrián LeBarón, padre de la familia asesinada en Bavispe Sonora.
La democracia y certeza de la voluntad social se vulneran cuando casos de homicidios y presiones de grupos criminales bajan a candidatos de sus aspiraciones para dar paso a sus candidatos “a modo”. Sin embargo, la letalidad para el proceso electoral también existe cuando algunos candidatos traicionan todo, sus principios, ideales, valores, y creencia; por un plato de lentejas.
En la última quincena del proceso electoral, la anatomía está perdiendo su figura, la imagen social de una limpieza en la mente de los candidatos y principios básicos de los partidos han caído en el desprestigio, sin embargo, es lo que hay.
Parece que tiene razón Gerardo Fernández Noroña cuando afirma que en México sólo hay dos partidos refiriéndose a MORENA, PT, y VERDE, y por otro lado PRI, PAN, y PRD. Noroña habla como muchos del voto útil, es decir qué caso tiene desgastarse por las minorías que sólo buscan su registro más que su competencia y mucho menos mantener un proyecto.
Ojalá que la deformación del proceso electoral no se convierta en el Frankenstein y unos días antes de las elecciones Caperucita roja vota por el lobo como la mejor opción; puede ser.