Por David Uriarte /
Por supuesto que no se puede generalizar, sin embargo, la motivación social por conocer las propuestas (si es que existen) de los múltiples candidatos de los múltiples partidos políticos, prácticamente no existe.
Ruido en algunos cruceros importantes de la ciudad, banderas y banderolas publicitarias, calcomanías, selfies, recuerdos publicitarios, y párale de contar.
Eventualmente los medios tradicionales de comunicación los utilizan como plataforma para atacar, denostar, hablar en términos peyorativos de la competencia política, dejando de lado la oportunidad de un análisis serio, reflexivo, propositivo y digno de ser escuchado, analizado y en su caso mejorado.
Los que seguro ganan en términos económicos, son los empresarios dedicados al marketing, son tres meses de ‘rebatinga’ comercial donde se venden ilusiones, a los candidatos les endulzan el oído ofreciéndoles la magia de la imagen; a la sociedad la ilusión óptica y auditiva de lo novedoso; al gobierno local la tarea de recoger todos los días toneladas de basura publicitaria, amén de la contaminación visual y auditiva que ofrece el desespero por la incertidumbre del triunfo y la garantía estadística de perder.
Los profetas del triunfo aparecen por todos lados como verdaderos expertos de la colocación del producto en la mente y preferencia del cliente, las encuestas colocan a todos los candidatos a la cabeza en las preferencias electorales, claro, depende quien pague la encuesta, la metodología pasa a segundo término.
El sabor del proceso electoral aún es insípido, falta la sal y la pimienta que aderece la esperanza del ciudadano, falta la mirada sincera que sobresalga del discurso falso, lleno de ilusiones o narrativas descarriadas como hablar del eclipse o los planetas.
Al final de las campañas lo que queda es la imagen del desespero, del despilfarro, la incertidumbre social que espera de manera silenciosa, con un toque de miedo, la señal o indicación de los que verdaderamente mueven la conciencia del votante.
El centralismo sigue dirigiendo la conducta operativa en las Entidades: los liderazgos locales están rebasados. El reparto de las prerrogativas sigue siendo el conflicto silencioso, los apoyos extraordinarios, fuera de la libreta contable son evidentes, parece que Nostradamus encarnara en quienes dirigen los cuartos de guerra, aun así, las campañas siguen desangeladas.