Por David Uriarte

El Dr. Paul Ekman es uno de los 100 psicólogos más destacados del siglo XX, sus numerosas publicaciones académicas y sus presentaciones en las universidades de Estados Unidos y prácticamente de todo el mundo, reúne a estudiantes, profesores e investigadores interesados por la construcción de las emociones, el lenguaje y las expresiones faciales al mentir.

Ejercicio interesante resulta observar el lenguaje corporal de los candidatos a cualquier posición política o de gobierno, la conciencia no logra doblegar al inconsciente por más que se intente, no son los gritos apabullantes, las frases preconcebidas, la gesticulación exagerada, o la demostración innecesaria de fortalezas que no le abonan a la percepción que se pretende construir.

Las mentiras o afirmaciones falsas son diferentes a las inconsistencias por desconocimiento o ignorancia; la mentira lleva implícita intención, conciencia de las imprecisiones que se afirman, no importa el ámbito de la vida donde se expresen las mentiras, siempre llevarán el sello de una expresión consciente detectable por la conciencia y los expertos en la expresión de emociones.

Una cosa son los buenos deseos expresados en proyectos o ideas, y otra la mentira expresada con la seguridad de autoengaño, los linderos del crimen organizado en la política se refieren a la confabulación relativa al daño intangible generado a la sociedad que creyó, confió y voto por ellos.

Experimento básico para los aspirantes a psicólogos y trabajo común para los expertos en emociones, resulta observar las expresiones faciales de los candidatos, el contenido de su discurso, la velocidad de su lenguaje, la rapidez o lentitud de su pensamiento, su lenguaje no verbal, el contacto visual y todo aquello que implica conexión en la comunicación con el público objetivo.

La relación entre lo que dice el candidato y la expectativa de quienes lo escuchan, determina parte de la credibilidad y aceptación, es decir, no todo son tecnicismos ni expresión carnavalesca de un narcisismo maquillado con seudo-humildad. Las mentiras viajan en un vehículo conocido por todos, pero identificado por pocos, desde hoy deja de escuchar y ponte a observar.