Por David Uriarte

El adagio dice que “primero son los dientes que los parientes” en clara alusión a la seguridad personal; en este sentido, la alimentación, la protección, la seguridad, la vivienda, la salud, la educación, el empleo… lo básico para la vida.

En Sinaloa como en otras partes de México, la sequía amenaza no sólo a los productores agrícolas y de hortalizas, amenaza a toda la población. El agua para consumo humano se está extinguiendo, los embalses de las presas están agonizando y no parece que la lluvia llegue pronto.

Los estragos son visibles el ganado empieza a morir, las norias y pozos artesanales están dando sus últimas gotas, las juntas de aguas municipales hacen lo técnicamente posible por racionalizar el abasto y mantener a la población con el vital líquido. El gobierno estatal no quiere hacer declaraciones catastrofistas o comentarios siniestros que infundan pánico en la población, es de alguna manera secreto de estado por tema de seguridad nacional.

Ante esta contingencia sanitaria como es el abasto de agua para el consumo humano, ningún candidato o partido puede hacer algo, la naturaleza no responde a decretos o ideologías de ningún tipo incluyendo la teología, sólo tenemos que esperar el ciclo o temporada de lluvias para que las presas y los mantos freáticos se recarguen, mientras tanto a cuidar lo poco que se tenga mientras llega la reserva o aparece la catástrofe social.

Por otra parte, hablando de alimentación, los mexicanos y el maíz son una sola cosa, la tortilla forma parte de la identidad nacional. Dentro de unos días los industriales de la masa y la tortilla anunciarán en Sinaloa un incremento en el precio de este alimento de la canasta básica, será otro golpe a la economía familiar. Esto, igual que la sequía, no lo detiene ningún candidato o partido político.

Imaginar un escenario social donde no hay agua para beber ni tortilla para comer, pone nervioso a cualquiera. Ojalá y no pase nada de lo posible. Consultar los niveles de las presas en los portales oficiales se está volviendo practica obsesiva, esperar un golpe a la economía familiar no, los mexicanos ya estamos acostumbrados a las amenazas, pero a no comer… no.