Por David Uriarte /
La condición humana es una cosa y las instituciones otra, no hay instituciones buenas o malas, hay autoridades, dirigentes, encargados, representantes, presidentes, gobernadores, comisionados, en fin, el nombre del encargo es lo de menos, lo importante es el desempeño y lo que aporta a la sociedad y en consecuencia a la humanidad.
Hay dos instintos mamíferos que la condición humana replica: el instinto de conservación y el de reproducción, conservar la vida es parte de la naturaleza humana, reproducirse también.
Estos dos instintos meten en problemas a muchas personas, la conservación de la vida está precedida por ciertos privilegios, los machos alfa convertidos en líderes naturales, tratan de imponerse a los demás machos, a diferencia de los irracionales, los humanos tienen la capacidad de pensar, razonar, y reaccionar de tal manera que buscarán todos los métodos y herramientas a su alcance para dominar o nulificar a los enemigos naturales cuando de competencias se trata.
La inteligencia solo es superada por la contrainteligencia, en el mundo de la competencia donde el poder se asocia al dinero, sexo, y control de la conducta y la voluntad ajena, los líderes con avaricia usan todas las estrategias para neutralizar o eliminar a los enemigos naturales, que por cierto también son machos alfas, líderes cuya competencia representa riesgo para los depositarios del poder político transitorio.
Cuando se enfrentan los líderes, utilizan toda la artillería, primero agotan los métodos convencionales de intimidación, después hacen uso del poder utilizando las leyes y la justicia; si eso no es suficiente, entonces empieza el concurso de maldades… Las formas menos imaginadas son utilizadas en contra del enemigo, incluyen espionaje de todo tipo, lesiones o perjuicios a la familia, difamación, construcción de escenarios donde la intimidad del enemigo es exhibida, accidentes de todo tipo; violencia psicológica, laboral, económica, física, revisiones, auditorias, citatorios, vigilancia en el desempeño comercial dependiendo el caso, en fin, hay todo un catálogo de maldades que pueden poner en paz al enemigo.
En el tema de las maldades, hay un apartado muy filoso, lo relativo a la sexualidad, especialmente el erotismo asociado a la infidelidad… la vida pública y privada es una cosa, pero la vida secreta es otra, aquí en la vida secreta se encuentra la amenaza latente.