Por David Uriarte

La construcción de la felicidad, en la mejor de sus acepciones, tiene doble ganancia: mejora el estado de ánimo y reduce el estado depresivo. Está demostrado por la ciencia que la gratitud mejora el grado de satisfacción con la vida. Uno de los ejercicios para fortalecer el músculo de la gratitud es hacerlo por escrito: escribir una carta a la persona por la cual sientes gratitud.

Las cosas se deben plantear de manera clara y objetiva; hay que ser específicos sobre el tema, es decir, no hay que andar con rodeos. El sentimiento de gratitud debe quedar plasmado en palabras claras, y debe expresar, hasta donde se pueda, la experiencia de agradecimiento.

Otro ejercicio para fortalecer el músculo de la felicidad es recordar experiencias reconfortantes: hechos, acontecimientos, momentos que se borran con el tiempo, pero se recuperan con la memoria de la gratitud.

Valorar esos episodios de la vida cuya dimensión depende en gran medida de un ego dispuesto a reconocer a los demás, a ver en otros el peldaño de la escalera de la felicidad personal.

Pensar en lo significativo de los eslabones de la vida, en espacios reducidos en el tiempo, pero amplios en la memoria, donde el agradecimiento es la grasa que acomoda los hechos para darles vida y renacer a través de la memoria, oxigenando la felicidad que a veces reclama atención.

Así como se aprende a tener miedo, también se aprende a reconocer a las personas que, en su momento, fueron palanca decisiva para construir felicidad. El tiempo es el espacio para acomodar las experiencias positivas; la mente es el árbitro que da paso a las mejores jugadas de la vida. Ponerle significado positivo a la vida habla de inteligencia emocional, de capacidad para autogestionar la felicidad.

Dentro de la tormenta, siempre hay espacios seguros; nada más seguro que una mente sana, dispuesta a reconocer el valor de las experiencias que, a priori, parecen ser destructivas, pero con el tiempo te das cuenta de que fueron la fragua del temple y el carácter de hoy.

La construcción de la felicidad requiere de optimismo, de abandonar el modelo de la victimización, de entender que la vida solo es una oportunidad donde la conciencia decide para dónde: para arriba o para abajo, para la derecha o para la izquierda. La conciencia requiere de un buen espacio en la inteligencia propia del ser humano. Los ladrillos para construir la felicidad están en los pensamientos.