Por David Uriarte /
Sin duda la ciudad más importante en Sinaloa es Culiacán, sede de los tres poderes, representa la tercera parte del total de habitantes, es el centro de la economía por razón de conectividad aérea y desarrollo empresarial, es el centro de las miradas políticas, partidistas, y económicas.
Gobernar una entidad federativa como Sinaloa, es aspiración que sólo obtendrán a lo sumo 17 personas en un siglo; gobernar Culiacán será privilegio que lograrán 34 personas en este siglo XXI. Algo parecido pasa con los senadores, diputados federales y locales, el poder político se reduce a número de personas, número de años, todo derivado del número de votos, una democracia basada en números.
La carrera política brilla más cuando el número de gobernados o representados es más grande, es importante gobernar o representar municipios como Cosalá o San Ignacio cuyo número de habitantes no superan los 20 mil, son representaciones y gobiernos que por ley se tienen que dar, aunque hay colonias de la capital que son cinco veces más grandes en número de habitantes que estos municipios.
Ser el Presidente de todos los mexicanos, el Gobernador de todos los sinaloenses, el Presidente Municipal de todos los culiacanenses, representa un orgullo cuya dimensión es muy personal, partidista, y política.
La historia registra el desempeño político y administrativo de los servidores públicos, los números se pueden maquillar, pero tarde o temprano la verdad aparece. Tal es el caso de los gobiernos pasados que son exhibidos en los gobiernos o administraciones actuales, suerte que pueden correr las presentes administraciones también.
Hay políticos cuya ambición no acepta cargos, puestos, o candidaturas fuera de sus objetivos, en este caso, hay muchos apuntados para buscar primero la candidatura y obviamente después la Presidencia Municipal de Culiacán, entre ellos el actual y seis más de su mismo partido.
¿Por qué buscan el gobierno municipal de la capital? Porque es la joya de la corona, porque gobiernan una tercera parte del estado, porque son el centro de los reflectores políticos de la Federación y el Estado, porque los marca como cuadros valiosos para múltiples encargos o representaciones de sus partidos, aunque también pueden ser señalados y sujetos a juicios políticos si no aprenden a convivir en la jungla de la política partidista como Jesús Estrada Ferreiro.