Por David Uriarte /

Es relativamente fácil criticar, aplaudir, o ponderar el desempeño de un gobernante, la pregunta es ¿Desde qué lugar se hace? No es lo mismo hacerlo desde la silla de víctima, que, desde la silla de victimario, o la silla de la burocracia, o la silla de la política partidista, o una curul, o una responsabilidad especifica en materia de seguridad pública.

Se pueden resumir en dos los grupos antagónicos de la percepción de lo que pasa en un lugar determinado en un tiempo determinado, están los que aplauden el desempeño oficialista, y los que lo critican, se puede entender que los que aplauden, trabajan, simpatizan, son victimarios, o simplemente, no han sido víctimas de la delincuencia.

Hay otro grupo de resentidos, lastimados, sin esperanza de rescatar las pérdidas de vida, sus desaparecidos, aquellos que han tenido que cerrar sus negocios por el índice de inseguridad, quienes viven con miedo por las constantes extorsiones, aquellas víctimas de robo de vehículos y víctimas de un burocratismo desesperante en la tramitología desde la llegada a la fiscalía para reclamar lo que a derecho corresponde.

Es fácil criticar sin fundamento como es fácil aplaudir por inercia, del dicho al hecho hay mucho trecho, desde el discurso cómodo en la silla del poder, se pueden hacer planteamientos cuya credibilidad está lejos, muy lejos de la realidad, es decir, el trecho entre decir, prometer, o suponer, simplemente es una distancia inalcanzable cuando de hechos se trata.

Los hechos medibles siempre son las evidencias irrefutables: hay balaceras o no hay balaceras, hay robos de vehículos o no los hay; hay homicidios o no, hay violencia o hay tranquilidad, hay desaparecidos o no, hay conformidad social o inconformidad, hay credibilidad o no, hay gobernabilidad o no, los planteamientos dogmáticos sólo tienen cabida en declaraciones vacías cuyo origen está viciado por un dolo eminentemente politizado con sesgo partidista.

El dicho tiene justificación de grupo, de poder, el hecho, es la revelación de una realidad tratando de desterrar el sueño doloso que busca la amnesia social. Lo único que falta, es que busquen la analogía y digan –te pego porque te quiero-, o -el que te quiere te hace sufrir-, el sufrimiento ya está, lo que no se mira es el amor por los gobernados.

Nadie ha dicho que sea tarea fácil gobernar un Estado, lo cuestionable son los discursos. Por eso, del dicho al hecho…