Por David Uriarte /

En México y todo el mundo, la salud mental es prioritaria, hombres y mujeres buscan la felicidad, un alto porcentaje buscan donde no está, la buscan en todo y en todos menos en ellos mismos, la felicidad al ser una emoción se construye en una parte del cerebro que se llama sistema límbico, específicamente en la amígdala cerebral.

La función del psicólogo clínico se puede resumir en tres grandes ejes: educación y promoción de la salud mental; protección específica de los trastornos mentales e intervención temprana; y diagnóstico y tratamiento psicoterapéutico.

Los psicólogos se encargan de promover la salud mental, de fomentar prácticas para tomar conciencia de los esquemas de pensamiento individual, identificar los sentimientos y emociones que se reprimen o los que se expresan en forma impulsiva o no deseada, de ayudar a diferenciar entre la percepción de la realidad real, y la realidad construida a través de los delirios, las ilusiones o las alucinaciones.

La función del psicólogo clínico, como la función de los psicólogos sociales, educativos o los psicólogos organizacionales, cobra tal relevancia en estos tiempos donde la información y la comunicación saturan el espacio de la mente en segundos… un alto porcentaje de datos e información recopilada vía electrónica o digital, es errónea o carece de fundamento científico.

Las opiniones o los planteamientos ideológicos abundan en las redes sociales, creer o dar por cierto opiniones reduccionistas, supone riesgo de cometer errores catastróficos en la vida, ahí está gran parte de la intervención de los psicólogos.

Si la promoción de la salud mental y la protección específica de ciertos daños o alteraciones mentales no se pudieron evitar, entonces aparece el diagnóstico y tratamiento temprano; hasta el ochenta por ciento de los diagnósticos tempranos e intervenciones psicológicas oportunas resuelve el psicólogo clínico.

Hoy la ciencia ha descubierto la maravilla del proceso psicoterapéutico, la curación por el habla a través del aprendizaje donde la conciencia y la identificación de los pensamientos limitantes son el punto de partida para modificar conductas dañinas a la persona, la pareja, la familia o la sociedad.

Un reconocimiento a todos los psicólogos del mundo, a veces no tienen idea que una sola palabra o frase salida de sus bocas pueden marcar la diferencia en los pacientes.