Por David Uriarte /

En México, el 31 de marzo es el Día Nacional del Psiquiatra, esto en recuerdo del aniversario luctuoso del Dr. Ramón de la Fuente Muñiz, fundador del Instituto Nacional de Psiquiatría.

La psiquiatría y los psiquiatras han evolucionado a la velocidad de la neurociencia, sin embargo, existe una neblina conceptual y operacional relacionada con la importancia de la salud mental.

En el discurso se pondera la felicidad y el bienestar como parte fundamental de la vida personal y social, se entiende que estas condiciones representan la aspiración legítima de todo ser humano, sin embargo, detrás del discurso existe una realidad diferente.

No se pueden escindir la neurología, la psiquiatría, y la psicología, lo relativo al sistema nervioso, sus funciones y percepciones, en otras palabras, la herencia biológica como legado evolutivo y el aprendizaje como adaptación cultural, estructuran la identidad humana.

Una cosa son los daños estructurales del cerebro, y otra cosa son los daños funcionales, es decir, no se necesita un traumatismo craneoencefálico para tener deficiencias en el funcionamiento de ciertas estructuras cerebrales, y con esto, ver afectada la salud mental.

La psiquiatría es como una llave para cambiar el cilindro de gas, se usa poco, pero cuando se necesita a veces no se encuentra.

La psiquiatría de alguna manera es la intermediaria entre la neurología y la psicología, el psiquiatra es un profesional de la salud mental, encargado del diagnóstico oportuno y el tratamiento específico para las enfermedades mentales cuyo espectro va desde la incapacidad para la adaptación social, hasta la perdida en el bosque de la irrealidad, pasando por los trastornos que afectan las emociones, los impulsos, la vida de relación, y la cognición.

Reconocer en la psiquiatría la oportunidad de regresar a la vida emocionalmente saludable, o a limpiar el camino lleno de dragones, laberintos, socavones o amenazas que se construyen en la mente, es trabajo personal, familiar y del gobierno.

Las políticas públicas deben dimensionar la importancia de la salud mental en cualquiera de sus niveles, una sociedad emocionalmente estable, es garantía de armonía y paz social.

Seguir pensando que solo los “locos” necesitan ayuda psiquiátrica, puede ser el primer signo de deterioro mental.