Por David Uriarte /

El 31 de mayo es el Día Mundial Sin Tabaco, es una celebración de la Organización Mundial de la Salud como otras tantas, lo que se busca con esta y otras celebraciones, es motivar la conciencia del riesgo asociado a la libertad y la conciencia de conductas autolesivas o autoagresivas.

Es la libertad la que impone conductas placenteras cuyo precio a corto o mediano plazo cobran una factura con intereses muy caros, que se pagan con el deterioro de la salud o incluso con la muerte.

Las drogas permitidas y las no permitidas parecen ser un imán a la conciencia y la voluntad férrea de muchas personas, el que fuma, consume alcohol, o cualquier psicotrópico de origen natural o sintético, sabe del riesgo adictivo, sin embargo, es más fuerte el deseo de sentir los efectos efímeros y transitorios de la dopamina con su sensación de bienestar.

Las investigaciones relacionadas con las adicciones desembocan en dos conclusiones; la predisposición genética, y la vulnerabilidad emocional de la persona.

Hablar de las adicciones es como hablar del Alzheimer, el autismo, la diabetes, o la esquizofrenia, existe una carga genética que predispone al organismo a desarrollar ciertas condiciones patológicas.

Por otra parte, la vulnerabilidad emocional o psicológica depende de múltiples factores, desde el maltrato infantil, hasta la crianza muy permisiva; desde las personalidades disfuncionales, hasta las enfermedades mentales como la ansiedad o el trastorno bipolar; es un abanico de condiciones que empujan a la persona al perol del sufrimiento donde el caldo del sufrimiento está garantizado.

Los días mundiales a veces pasan desapercibidos, las instituciones se dedican a las marchas, exposición de carteles, estrategias publicitarias cuyo impacto en la conciencia de los adictos no modifica de manera significativa su conducta.

La búsqueda del placer se confunde con la búsqueda de la felicidad, una cosa es el momento placentero de cualquier adicción, y otra cosa distinta es la divergencia de la felicidad, una cosa es lo que gusta y otra lo que se necesita, en teoría las cosas son relativamente fácil, en la práctica hay que entender que se trata de enfermedades mentales cuya raíz aún no se logra entender de manera clara y precisa.

Las estadísticas de la muerte y la miseria humana derivadas de las adicciones a substancias psicotrópicas, son escalofriantes.