Por David Uriarte /

La única manera de conocer el verdadero funcionamiento del cerebro es a través de estudios de imagen en tiempo real, las imágenes de resonancia magnética funcional es una opción y la tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT), es otra opción.

Estos estudios revelan el funcionamiento de los circuitos cerebrales, las partes del cerebro que se activan bajo determinadas condiciones, especialmente la corteza prefrontal en las personas impulsivas, el giro cingulado anterior en las personas obsesivas compulsivas, el sistema límbico en las depresiones, los ganglios basales en personas ansiosas, y así sucesivamente se mide la funcionalidad en todas las estructuras cerebrales.

La fortaleza de algunos circuitos neuro-cerebrales, otros dirán que la disfunción de estos determina gran parte de la conducta y actitud de las personas ¿por qué somos como somos? Los genios, los grandes líderes, las personas extraordinarias, incluso los psicópatas y los sociópatas que han dejado huella en la historia universal, se deben al funcionamiento cerebral.

La personalidad y el aprendizaje ocupan un espacio reducido en la génesis de la conducta cuadrada, orientada a objetivos específicos, personas que viven, duermen y sueñan con resolver, encontrar o lograr objetivos determinados por su naturaleza y sus necesidades.

El enfoque de estos cerebros para lograr sus objetivos y metas desplaza todo aquello secundario, incluyendo su familia, para ellos primero es lo primero, y sus prioridades están bien definidas, no aceptan otra opción o prioridad que no sea la que ellos han elegido o determinado.

En la vida todo se mide por resultados, lo demás es discurso, ideas o pensamientos que divagan por el camino de la ilusión, los inventores, diseñadores, emprendedores, políticos, lideres religiosos o sociales, mantienen un objetivo como punto que guía su destino a cualquier precio.

El cerebro del presidente López Obrador, siempre ha trabajado de la misma manera, sus circuitos mesolímbicos y mesocorticales con la producción de dopamina lo impulsan todos los días como a los ludópatas, a buscar su objetivo de manera obsesiva, incluso se puede brincar la barrera de la razón para lograr lo que se propone.

Los cerebros en sí no son buenos ni malos, tienen un diseño único e irrepetible, una psicofisiología que determina la conducta.