Por David Uriarte /

La responsabilidad es una de las variables que interfieren con el sueño profundo y reparador de cualquier humano, la estructura y función del organismo está diseñado para dormir en promedio ocho horas, es durante el sueño donde se dan una serie de procesos reparadores y homeostáticos (autorregulación) necesarios para una fisiología programada genéticamente.

El insomnio o la incapacidad para conciliar el sueño fisiológico, se presenta como resultado de alteraciones orgánicas de las estructuras encargadas del sueño, una función vital para el organismo, también se produce insomnio en ciertas enfermedades mentales como la depresión, la ansiedad, la esquizofrenia, y en ciertas estructuras de la personalidad como los paranoicos y en algunos sociópatas.

La clase política es especialmente sensible y vulnerables al insomnio, el peso de la responsabilidad social es una losa que oprime la conciencia produciendo una serie de pensamientos en búsqueda de soluciones inmediatas que puedan resolver o paliar los daños.

¿Cómo duerme el Presidente? El insomnio puede ser el visitante frecuente al saber y tener conciencias de tantas muertes violentas, desapariciones, feminicidios, extorsiones, y una serie de condiciones sociales que atormentan a la sociedad poniendo en primera fila al gobierno como responsable de la paz y la seguridad social.

¿Cómo duerme un gobernador? Lo mismo le pasa a cualquier persona cuya representación se asocie con responsabilidad, las tensiones e inestabilidades emocionales son el resultado de la incapacidad para detener, controlar o predecir las dimensiones o impacto social de ciertas acciones, eventos o conductas catastróficas para la sociedad, esto induce insomnio o por lo menos desvelos que acumulan deudas de sueño crónico que en determinado momento les cobrará una factura muy cara a la salud física y emocional.

El insomnio de los políticos es el precio inherente a su responsabilidad, de por sí, el desvelo social es frecuente por lo complejo de sus vidas de relación, el distanciamiento familiar de los políticos contribuye a un deterioro de sus vidas intimas en tanto el tiempo no se puede ni detener ni dividir.

El insomnio termina minando las capacidades cognitivas, emocionales, el control de los impulsos y la vida de relación, el insomnio de los políticos es el precio del poder que tanto buscaron.