Por David Uriarte /

Las emociones determinan el rumbo de la conducta, la felicidad es una emoción, el miedo también, el miedo es enemigo de la felicidad, no puede coexistir la felicidad con el miedo, si hay miedo no hay felicidad.

Muchas personas sostienen una relación de pareja, de trabajo, de amistad, o sexual, sólo por el miedo: miedo al abandono, miedo a las reacciones violentas, miedo a la soledad, miedo a la pobreza, al desamparo, o al qué dirán.

El miedo es una emoción que se apodera de cada una de las células del organismo, hay quienes se acostumbran y se adaptan a vivir un miedo crónico, llegan a creer que esa es la vida que les tocó vivir y no hay más opción, este miedo es lo que algunos psicólogos llaman indefensión aprendida.

Una cosa es la precaución y otra cosa es el miedo. En la precaución hay planeación y previsión, en el miedo hay una reacción impulsiva que genera una conducta adaptativa, desde correr hasta quedarse paralizado pasando por enfrentar al depredador, esta emoción produce substancias químicas que preparan al organismo para la huida o el ataque, para huir se requiere fuerza y para el ataque también.

Algunas personas miedosas hacen de su emoción su refugio, se cobijan en lo que aprendieron, construyen el paradigma de “no se puede”, otras, el miedo es el combustible de su valentía, se vuelven impertinentes, temerarios y eventualmente buscadores de su propia desgracia.

La conciencia del miedo a perder, del miedo a estar solos, miedo a ser violentados en cualquiera de sus expresiones, psicológica, física, moral, económica, o sexual, hace de la persona miedosa un candidato natural a la depresión.

Se puede afirmar que en un extremo está la felicidad y en el otro la depresión y junto con la depresión, el miedo.

Hay quienes dicen, -le tengo miedo al fracaso-, cuando realmente más fracasados no pueden estar, lo que realmente sienten es miedo al éxito porque no lo conocen, aunque el éxito no es sinónimo de felicidad, de alguna manera es una aspiración humana entendible, sin embargo, no debe confundirse con la felicidad… mientras el éxito se mide de la piel hacia fuera, la felicidad se experimenta y se vive de la piel hacia dentro.

Mientras alguien viva con miedo, imposible sentir la felicidad, esas dos emociones se repelen; las personas se pueden acostumbrar a vivir con miedo, cuando lo superen, pueden ser felices.