Por David Uriarte / 

La riqueza es un medio para obtener un fin: el bienestar, nadie busca la riqueza para sentirse mal o infeliz. El estilo y calidad de vida, aunque cosas distintas pueden ir de la mano, desde lo básico hasta lo superfluo hay una brecha similar a la pobreza y la riqueza.

Hay riquezas generacionales como hay pobrezas generacionales, la riqueza y la pobreza se obtienen por las mismas vías: heredadas o construidas. El que hereda pobreza puede construir riqueza, y el que hereda riqueza puede construir pobreza, todo depende de las circunstancias y las habilidades personales.

Tanto la riqueza como la pobreza emergen de la libertad; sí, las opciones y la voluntad mueven la manivela del destino. La motivación sin acción es la muerte de la voluntad: los drogadictos quieren salir de la esclavitud adictiva, pero les falta voluntad; los pobres quieren evadir la prisión de la necesidad, pero los limita el estilo de pensamiento, eso que Martin Seligman llama indefensión aprendida.

La libertad sólo se pierde con la esclavitud, por eso no hay esclavos ricos, la pobreza es producto y construcción del pensamiento y las creencias limitantes: ¿Cómo piensa el pobre? Como pobre, y ¿Cómo piensa el rico? como rico, entonces ¿Cuál es la diferencia? La forma de pensar, la motivación y la voluntad convertida en acción.

Lo más fácil es criticar la diferencia, y la diferencia entre la pobreza y la riqueza no consiste en lo que se tiene, sino en lo que se disfruta como parte del bienestar. Cuando el presidente López Obrador dice, como lo dijo hoy en su mañanera, “yo no represento a los empresarios, yo represento a los mexicanos” … ¿Qué acaso todos los empresarios son extranjeros? Y si fuese el caso, ¿De dónde sale el dinero que él reparte a los pobres? ¡De los empresarios!

Son los ricos los que mantienen la economía de un gobierno, son los ricos convertidos en empresarios los que pagan impuestos, y son los impuestos los que usa el gobierno para hacer obras, mantener su propia nómina y repartir dinero por distintas vías. Los impuestos que tributan los trabajadores forman parte de la bolsa que usa el gobierno para meter la mano y repartir dinero a los que no trabajan.

Es paradójico odiar a quien te mantiene.