Por David Uriarte

En un arrebato de avaricia se puede comprometer la estabilidad de un territorio y su sociedad, llámese país, estado, municipio o distrito. La salud mental sigue siendo un espacio poco entendido y poco respetado cuando de poder se trata, la política y el dinero amalgaman la dimensión fundamental del desarrollo humano, la ecuación política con dinero, política sin dinero, dinero sin política, o dinero con política, reflejan el pronóstico de una sociedad; mientras el dinero es tangible, la política no, la política siempre depende de una persona, aquí es donde cobra importancia la salud mental.

El poder al servicio de la sociedad depende de la salud mental de quien lo ejerce, el poder es como un rifle, ni es bueno ni es malo, depende de su uso, el rifle por sí sólo no hace nada, la intención de quien lo usa es lo que puede dañar o proteger. ¿En manos de quién pondrías el rifle del poder político?

La lucha por obtener el rifle del poder político se recrudece en tiempos electorales, para esto se necesita un político y mucho dinero, un político que le entienda a la política, y un dinero que saldrá de algún lugar, del bolsillo de alguien o de los bolsillos de muchos… Sin embargo, el tema no es el dinero, el tema es la salud mental de quien habrá de tener en sus manos el rifle del poder político, esa arma con la que podrá defender al pueblo, o esa arma con la que rematará sus esperanzas.

Un arrebato de poder político puede comprometer a una sociedad, y un arrebato de conciencia, puede comprometer el voto ciudadano, los arrebatos son producto de una conciencia pobre y una motivación rica, rica en impulsos dirigidos a un objetivo egocéntrico, por eso, antes de la acción debe haber reflexión.

Reflexionar el derecho cívico a elegir quien gobierne o quien represente la voluntad ciudadana, es el primer paso en la consolidación de una democracia sana. Reflexionar es ver a los ojos al que busca tener el rifle del poder político en sus manos, escuchar la congruencia de su discurso, identificar las intenciones que subyacen detrás de su arrebato y avaricia si fuere el caso, en fin, si después de darle el rifle del poder político con el voto, se sienten acribillados, no se quejen.