Por David Uriarte /
La violencia es la protagónica de la noticia, es la que empaña una serie de acciones gubernamentales donde la sociedad es beneficiaria, sin embargo, el ruido mediático de la realidad deja las sillas vacías de un espectáculo donde pocos o muchos, son las acciones del régimen gubernamental.
Mientras la violencia promueve miedo, la sociedad sale todos los días a trabajar, a la escuela, a buscar servicios de salud, a los mercados, poco menos a los centros recreativos o de esparcimiento, pero no se puede paralizar la actividad social en todas sus vertientes.
El instinto de sobrevivencia o de conservación, hace personas precavidas, las mentes priorizan cuidar la vida y su integridad, buscan resolver lo básico y después recluirse en su domicilio para no exponerse, los medios convencionales de información incluyendo redes sociales, inundan la conciencia social con la nota roja.
Los niños aprenden a cuidarse y protegerse, saben cuáles son los lugares seguros de su casa, que hacer en caso de escuchar metrallas, la frase –pecho a tierra-, forma parte de su lenguaje y de su respuesta muscular, son los aprendizajes de la ola de violencia que se extiende en el tiempo más de lo esperado.
A la par de los actos delictivos o conductas sociopáticas, la vida sigue, las familias no pueden poner en pausa sus vidas y funciones. Los gobiernos locales, estatales y el federal, siguen un día sí y otro también, tratando de contener la violencia, usan de todo: discursos, buenas intenciones, operaciones de inteligencia y todo aquello que suponga un antídoto efectivo para superar la crisis incluyendo silencio o imprecisiones en sus informes.
Mientras la delincuencia hace lo que sabe hacer, procesos derivados de las reformas constitucionales siguen su curso, como las elecciones en Poder Judicial; hay términos, reglas y normas, candidatos. Hay sillas esperando nuevos jueces, magistrados y ministros, también una sociedad poco informada, poco interesada, y poco motivada por salir a votar el primero de junio, son elecciones complicadas en algunas plazas, principalmente donde la violencia se resiste a su destierro.
Lo complicado del proceso electoral incluye, boletas con muchos nombres de mujeres y hombres, un recuadro donde señala el poder que postula al candidato, otro recuadro donde se pondrá el número del candidato por el que se vota… Pero, ¿Quiénes son? ¿Dónde están?