Por David Uriarte /

Los mexicanos como otros pueblos del mundo ejercen su libertad, aunque con ello se encarcelen, las cárceles no se limitan a ser estructuras estrechas de cuatro paredes, la peor cárcel es la del pensamiento, vivir eternamente encarcelado o preso del pensamiento tiene un costo.

A veces, la diferencia entre tener libertad financiera y ser pobre, es la cárcel del pensamiento, aquellos que viven presos del pensamiento positivo haciéndose responsables de sus vidas, dejando de esperar de los demás, enfrentan y disfrutan el producto de su libertad.

Aquellos que viven presos de sus pensamientos pesimistas, negativos, esperando que alguien les llene el estómago y el bolsillo, enfrentan y se quejan del producto de su libertad.

La libertad termina siendo un arma de doble filo, puede encarcelarte en el bienestar y la felicidad, o arrinconarte en la celda de la pobreza donde la única melodía que se escucha es la del quejido en contra del que piensa diferente.

La libertad tiene encerrados a millones de personas en las celdas de la calidad y el estilo de vida saludable, esa misma libertad tiene confinados a millones de personas en el mundo, en cárceles de máxima seguridad donde no se pueden escapar de sus pensamientos de pobreza, indigencia, dependencia, y victimización.

La cárcel de la libertad tiene dos tipos de celdas: la celda de la producción de bienestar, y la celda de producción de pobreza, ambas están acolchonadas con pensamientos de distintos colores y motivaciones; unos se levantan haciendo comida y otros se levantan esperando que les sirvan; unos se levantan haciendo que las cosas sucedan y otros esperando que las cosas sucedan; la distancia entre unos y otros es la pared del pensamiento.

Enseñar a las nuevas generaciones a construir su bienestar en función de un pensamiento que busca soluciones y no culpables, es orientarlos a entrar a la celda de la autonomía e independencia, de otra manera, por defecto se orientarán a la celda de la dependencia, perderán su autonomía y estarán sujetos a la cadena perpetua de la pobreza en todos los rubros de la vida.

La libertad nadie la quita porque nadie la da, la libertad es producto de la conciencia y los actos… tan consciente es el que estira la mano para pedir, como consciente es el que estira la mano para dar; ambos encarcelados en su libertad, construyendo su destino.