Por David Uriarte /

La primera condición para hablar de equilibrio entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial es el respeto entre ellos.

Cuando uno de ellos, o dos, o los tres se faltan al respeto, el equilibrio se pierde y la democracia se tambalea, las instituciones emanadas de cada uno de los poderes, cubre una necesidad y garantiza la armonía entre los diversos procesos necesarios para la sana convivencia social, los actos de gobierno, la democracia representativa, la impartición de justicia, y la observación de la constitución y las leyes secundarias.

Denostar, exhibir, ventilar, o dudar de la legitimidad, veracidad, apego a los lineamientos y legalidad de los procesos internos o el cumplimiento del deber de cualquiera de los tres poderes, denota el intento de la supremacía de uno sobre el otro o los otros poderes, la democracia se ve amenazada por una especie de monarquía.

Cuestionar el trabajo de jueces, magistrados y ministros del poder judicial, es dejar de creer en un poder, es dejar entredicho la autonomía e independencia, es aceptar si hay evidencia, de corrupción o ineptitud, cualquiera que fuere el caso amerita actuar en consecuencia.

Si la inconformidad del poder ejecutivo o legislativo en contra del poder judicial se deriva de la frustración por no poder controlar la voluntad de jueces, magistrados o ministros, eso se llama de otra manera, en el mejor de los casos se trata de la falta absoluta de respeto a otro poder.

Si un juez o magistrado socializara información de supuesta corrupción o tráfico de influencias en el poder ejecutivo o legislativo, y estos datos fueran parte del trabajo institucional o sacados de contexto, estaría incurriendo en falta de respeto y dejando entredicho la integridad moral y el desempeño sano de los poderes, instituciones, o servidores públicos aludidos.

La ecuación más dañina para la democracia podría ser la unión del poder ejecutivo y legislativo contra el poder judicial, o el poder legislativo y judicial conta el ejecutivo, o el poder ejecutivo y judicial conta el poder legislativo, ninguna de las alianzas le abonan a la democracia en México, la pequeña gran diferencia es que el poder ejecutivo es el proveedor económico de los otros dos poderes, y esto, de alguna manera empodera de manera evidente al ejecutivo y deja en estado de indefensión a los otros dos poderes en materia de economía para operar.

¿Dónde está el equilibrio?