Por David Uriarte /

Gran trabajo de las instituciones de procuración de justicia y el legislativo, una cosa es juzgar de manera apresurada o con las vísceras, y otra es analizar la historia reciente, revisar hechos consumados al margen de pasiones e intereses.

Los gobiernos estatales y municipales en Sinaloa habían pasado sin pena y sin gloria en los últimos cien años, si acaso algunas expresiones sociales o institucionales, algunos estallidos de connotación política que no trascendieron más allá de lo anecdótico.

El arribo del nuevo régimen político en México, trajo consigo una serie de cambios, de visiones, de estrategias, de metas, de objetivos, una forma nueva de gobernar, la curva de aprendizaje tendrá que durar algunos años y el costo de ese aprendizaje cobrará algunas víctimas, no todas las víctimas son mortales, también hay víctimas políticas.

Las primeras víctimas del nuevo régimen fueron los políticos del PRI y de todos los partidos que hoy son oposición. Fueron derribados como quien tumba un objeto inerte, después aparecieron los de casa, en ese escenario la primera figura de escándalo político nacional fue el entonces presidente municipal de MORENA Jesús Estrada Ferreiro, litigio que aún sigue en los tribunales.

Después aparece en la fila el entonces presidente municipal de Mazatlán, Luis Guillermo Benítez Torres conocido como el “Químico Benítez”, hoy expresidente municipal y exsecretario de Turismo del Gobierno del Estado, el litigio sigue su curso y la cárcel es la sombra fantasiosa que lo amenaza.

También hay litigios donde los protagonistas son exservidores públicos de los gobiernos de MALOVA y Quirino. Hay cuentas pendientes por liquidar o aclarar, en todos estos temas de eficiencia gubernamental, tanto la Fiscalía, el SATES, la ASE, el poder judicial y el poder legislativo han estado ‘al cien’ con respuestas prontas y expeditas… forma parte del nuevo estilo de gobernar.

Un eslabón más que se agrega a esta cadena de desempeño gubernamental, es el caso de la UAS, el juicio apenas empieza, tiene dos opciones, la confrontación de habilidades y estrategias jurídicas por parte de la parte acusada y la acusadora, o la intervención de quien manda en Sinaloa.

Al margen de los resultados porque no se puede profetizar, la historia está registrando casos y cosas impensables, hay que esperar el desempeño burocrático y/o el desempeño político.