Por David Uriarte /

En México el 15 de mayo se festeja el Día del Maestro, desde preescolar hasta el doctorado, todos los grados académicos necesitan de un guía, de un facilitador, de un experto, de un maestro o maestra, de alguien cuya vocación se iguala al conocimiento de la materia que imparte, con habilidades y destrezas que impacten de manera positiva en sus alumnos.

La combinación entre vocación, conocimiento y habilidad para motivar al alumno, hacen del maestro un actor importante en la vida de cualquier alumno.

Sin vocación no hay sentido de vida profesional, es decir, una cosa es estar y otra cosa es vivir, estar en la docencia es diferente a vivir la docencia, el primero en sentirse motivado porque va a enseñar a sus alumnos es el docente, eso hace la diferencia entre estar en el aula y vivir el aula.

La vocación sin el conocimiento se convierte en estafa, no se trata de estar enamorado del trabajo docente nada más, se trata de saber lo suficiente, lo necesario para construir nuevos modelos de aprendizajes en los alumnos, el conocimiento puede establecer la diferencia entre el éxito y el fracaso profesional y laboral.

Que bueno que hay vocación y conocimiento, ahora falta aderezarlo con la habilidad para motivar, para convertir la clase en una delicia, en un platillo que sacie la sed de aprendizaje, que sea la vitamina que tonifique las arterias del conocimiento en cada alumno que abreva de la sabiduría del maestro.

La vida académica siempre quedará marcada por los expertos, por los que enseñan, por los docentes que sirvieron de palanca para trascender en la vida, para desplazar la ignorancia y buscar a través del conocimiento un desarrollo profesional y humano que nos prepare para el bienestar.

Todas las disciplinas contribuyen al desarrollo humano, no hay contenidos de primera o de segunda, hay alumnos y maestros, enseñanza y aprendizaje; el conocimiento se incorpora por distintas vías, una de ellas es la vía formal del conocimiento impartido en las aulas en las distintas modalidades, de cualquier manera, la relación maestro-alumno, siempre estará presente, aunque el maestro sea paradójicamente el propio alumno.

Hacer un reconocimiento a la docencia y al docente, es un acto de justicia al desarrollo ontogenético de la especie humana; tener en mente a los maestros que te enseñaron parte de lo que hoy eres, se llama agradecimiento.