Por David Uriarte /
Diez homicidios, once vehículos robados y dos levantados, es el reporte de la Fiscalía General del Estado del día 24 de junio, el mero día de San Juan. El tema no es la cantidad como tal que ya es objeto de estudio, el tema es la impulsividad de los jóvenes que son los que producen o generan gran parte de la conducta antisocial en cualquier parte del mundo.
En días pasados la sociedad se enteraba que, en uno de los operativos de las corporaciones de seguridad pública, detuvieron a un menor de edad, es relativamente frecuente que los adolescentes participen en actos delictivos, aunque es más frecuente que sean los jóvenes entre 20 y 35 años.
A cualquier ciudadano se le puede ocurrir hacerse la pregunta ¿Por qué son jóvenes los que participan en actos del sicariato? La respuesta es fácil de entender desde la biología y la psicología.
Desde la biología, son las hormonas, específicamente los andrógenos como la testosterona y la dehidroepiandrosterona, las responsables del impulso agresivo que se puede materializar en lesionar o violentar a otras personas hasta quitarles la vida.
Es prácticamente imposible ver o saber que un viejo o anciano agarre un fusil de asalto de los llamados cuerno de chivo, para vaciar su carga en otro humano; la carga impulsiva de las hormonas disminuye a partir de los cuarenta años de edad, en cambio, los niveles más altos de testosterona se encuentran en hombres cuyas edades fluctúan entre los 17 y 21 años de edad.
El envejecimiento biológico empieza a los 30 años de edad, por eso, los boxeadores o deportistas de alto rendimiento, después de los 35 años, ya están retirados, lo mismo pasa con miembros de las fuerzas castrenses, encontramos veteranos de guerra de 30 años de edad.
Los impulsos juveniles derivados de la testosterona son en parte la fuerza que impulsa y rebasa el análisis consciente de la conducta violenta. Pero, no todo es la testosterona, también hay algo relacionado con la parte psicológica de la persona, en este caso, el crecimiento y desarrollo en el seno familiar. La parte psicológica de los delincuentes es el andamio que soporta o sostiene la irracionalidad de sus conductas violentas.
Se puede resumir, que la conducta violenta y agresiva, es la puerta por donde drenan sus frustraciones, corajes, y sentimientos de reproche que le guardan a la vida y a sus padres principalmente.