Por David Uriarte 7

Los escenarios en Sinaloa son distintos desde el mes de marzo que llegó la pandemia. El efecto dominó tiene devastado el panorama económico empresarial y familiar, la violencia no se doblega, algunos sindicatos muy representativos están en crisis estructural.

La Auditoría Superior del Estado preparando dictámenes de las cuentas públicas, una fracción del Congreso del Estado frotándose las manos para espulgar la aplicación de los recursos públicos, esa misma fracción parlamentaria cobrando facturas al no dejar pasar nombramientos del Ejecutivo.

Algunos ayuntamientos alineados a la 4T (como debe ser), líderes de partidos desesperados, jornadas de visitas vecinales para cuantificar el daño y medir el grado de inconformidad con el gobierno; reuniones maratónicas con patadas bajo la mesa en franco desafío por un liderazgo social “descafeinado” en temas muy manoseados como las tarifas de energía eléctrica en Sinaloa.

Una confrontación real por vía virtual, entre el gobierno municipal y comerciantes del primer cuadro de la ciudad y giros no esenciales.

Cerca de ochocientos mil estudiantes de todos los niveles, con la incertidumbre de la nueva modalidad en los aprendizajes; alrededor de cincuenta mil maestros en proceso de adaptación a las tecnologías de la información y la comunicación con sus alumnos… Esto y más envuelve la nueva realidad en un Sinaloa que se encuentra a poco menos de un año de renovar su legislatura, presidencias municipales y su gubernatura.

Las decisiones cupulares de los partidos nacionales y locales tienen dos tareas urgentes: la relación de sus candidatos, y la venta estratégica de su oferta política a la sociedad. En estos tiempos aparecen los expertos, profetas, asesores, fanáticos; dogmáticos, inconformes, resentidos, intelectuales; analistas, ingenuos, y estrategas, que buscan una explicación del fenómeno sociopolítico y una justificación de su mirada, propuesta o postura ideológica.

La nueva realidad política en Sinaloa tiene otras reglas, otras vías de convencimiento social, otra distribución de la oferta política, vías alternas de acercamiento con la raíz del poder que es la intención del voto.