Por David Uriarte /
La salud mental hace la diferencia entre buenos y malos, entre funcionales y disfuncionales, entre empáticos y narcisos, entre soberbios y humildes; entre prudentes e imprudentes, entre respetuosos y agresivos, entre flexibles y violentos, entre honestos y manipuladores, entre sanos y enfermos.
La salud física es necesaria para mantener un cuerpo mecánicamente funcional, pero la salud mental establece la diferencia entre actos morales e inmorales.
En tiempos electorales, se pueden conocer los perfiles de aquellos sedientos de poder o sedientos por servir al prójimo… El discurso expresa el pensamiento, pero las acciones descubren las intenciones, exhiben a los candidatos como lo que son: buscadores del poder como instrumento para servir o buscadores del poder como instrumento para servirse.
La sociedad no puede ser huérfana del gobierno, siempre estará sujeta a los regímenes políticos que dictan las directrices de convivencia; la regulación de la conducta se da siempre bajo la supervisión del gobierno que busca seguridad, justicia y paz social.
La evolución de la sociedad latina -especialmente en México-, depende en gran medida de sus gobiernos, de sus políticas y de sus condiciones de vida, las necesidades siguen siendo las mismas de siempre: libertad, seguridad, salud, educación y economía para un bienestar familiar y social.
La libertad es una materia resuelta; la seguridad, la salud, la educación, y la economía, son pendientes históricos que viven en la esperanza colectiva con un resentimiento subyacente, es decir, a la espera de superarlos.
La salud mental de los líderes políticos es la única que puede redireccionar la realidad y sus consecuencias en México, el discurso sobre la seguridad pública está agotado, seguir con las mismas ideas es un insulto a la inteligencia y una burla a los gobernados… un día sí y otro también, hay una competencia entre los hechos criminales y las justificaciones políticas de los gobernantes.
La salud mental de los delincuentes está disminuida, distorsionada, dispuesta a quitarle la vida a todo aquel que se atreva a pensar o actuar diferente a ellos. Por eso, lo esperado es que la salud mental de los responsables de las políticas públicas y el gobierno superen en todo a la delincuencia, y puedan establecer -más allá del discurso- la paz social que tanto añoran los mexicanos.
Las cosas se miden por resultados.